martes 20 May 2025
Pico y placa: 7 - 8

Hablemos de amar IV

12 mayo 2023 3:19 am
Compartir:

Roberto Estefan Chehab                                    

Se ama lo que se hace, lo que se tiene, lo que hubo, lo que ya no está pero que aún vibra en el alma; se ama a las personas, a la naturaleza, se ama un sueño, incluso un proyecto; un motivo y quizá un recuerdo. Mas no se puede amar al futuro, aunque se desee estar en él, y es porque sencillamente no se ha vivido y atañe a un intangible imposible de recordar y ligar a un afecto, al no haber sido aún. La nostalgia forma parte de la reminiscencia y está presente porque está ligada a algo que de alguna manera pasó, se amó. ¿Qué sería del hombre sin memoria, sin fantasía, sin experiencia? Y necesariamente el sentimiento va ligado a la posibilidad de percibir y evocar. Algún poeta decía que “el amor duele”, seguramente refiriéndose a la oleada de inspiración, deseo y emoción que a veces conduce al arrobamiento. Es una sensación hermosa y a la vez ambivalente: quiero tanto, pero tanto, que soy capaz de entregar hasta la vida misma en pos de ese sentimiento y a su vez, esa plenitud lleva al miedo de perder, no lograr, sucumbir. Ese viaje a la fantasía es bonito, pero también peligroso si no se es capaz de mantener un adecuado contacto con la realidad. En medio de las ilusiones nunca se debe olvidar que cada uno es dueño de sus emociones mas no de mundos ajenos en los cuales la construcción depende de protagonistas distintos, eventos inmanejables, posibilidades desconocidas. En ese punto siempre se camina en una cuerda floja y el equilibrio amenaza con perderse. Construir un mundo para sí mismo sin tener en cuenta la volubilidad de lo que llamamos destino es adentrarse en terrenos misteriosos, como en los cuentos de hadas. Es enamorarse de una estrella fugaz y pretender ser su dueño; es viajar a un futuro inexistente deseando dominar cualquier fuerza desconocida y finalmente despertar con dolor en el alma. Las estrellas generalmente ya existieron y la luz, que vemos de ellas, es solo un fenómeno físico similar a la remembranza: brilla, pero ya no es. ¿Entonces porque aferrarse a esa luminosidad, hermosa sí, pero intangible, volátil, juguetona y de alguna manera irreal? Somos proclives a dejar de lado las señales de la razón e insistir sin reflexionar: aunque lo valioso se debe construir con paciencia y honestidad no debemos olvidar que, si ese propósito incluye el mundo de otros, nuestra aspiración ya no nos pertenece y estará a merced de eventos, intereses, sueños, miedos distintos – solo lo sabe Dios – ser amado no incluye presionar, manipular, obligar. Puedo amar a mis recuerdos sin pretender que, lo compartido, sea amado por quien ya no está. Soy dueño de mi mundo, no de otros mundos. Puedo desear un camino para mis hijos y sin embargo es imposible imponerlo o caminarlo por ellos. Puedo amar a la naturaleza sin pretender que no me moje la lluvia, me queme el fuego o me devaste un terremoto. Porque el amor es libre y generoso, no invasivo y dominante. Puedo amar con intensidad a mi propia vida, las posibilidades de compartirla, de crecer y cambiar hasta el último instante; permitir ejercer ese derecho, de igual manera, a quienes me rodeen en el camino. todas las personas van trasegando en pos de algo que no necesariamente es amoroso: algunos tergiversan al amor y lo convierten en un necesario “sentir” por conveniencia y eso es válido para sus vidas. Otros huyen de una vida amorosa al acobardarse, adelantándose a lo que aún no ha sucedido. Otros negocian con la vida y renuncian en pos de otros intereses. Muchos más confunden al amor con una comedia espiritual: cuantos católicos pregonan su amor al prójimo y con la Hostia en la boca salen a entrometerse y fastidiar vidas ajenas. ¿Cuántos fabrican historias paralelas que terminan por creerlas como ciertas, para escapar de su conciencia? ¿Cuántos manipulan a otros para adueñarse de sus caminos? Amar va ligado a la conciencia y la intimidad y solo el propio individuo conoce su verdad. Algo es interesante: cuando el amor se asume en su esencia, generalmente triunfa. [email protected]        

Te puede interesar

Lo más leído

El Quindiano le recomienda