Roberto Estefan Chehab
El criterio es algo personal y no debería tener precio. Uno de los signos de mediocridad en el actuar de muchos compatriotas es precisamente los pobrísimos elementos que sustentan el raciocinio y por ende las decisiones en los que se basa su comportamiento. No hay derecho a seguir soportando un manejo tan ambivalente y anárquico desde la cabeza del sistema actual. Nuestra democracia está afianzada en el respeto por los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial que además deben gozar de independencia entre sí y, por lo tanto, estar blindados de respeto y acatamiento. Ahora resulta que hay intocables, aunque existan serios indicios de delito, por el solo hecho de acorazarse en una ideología que está demostrando una arrogancia imperdonable y sospechosa. Si el único que debe ser acatado es el ejecutivo, entonces bien podemos llamar a lo que estamos abocados: una dictadura. Y sin duda alguna, los colombianos tenemos que defender nuestra democracia como un valor supremo. Es llamativa la falta de criterio y la irresponsabilidad de varios miembros del Congreso de la República, elegidos para hacer patria, no para herirla de muerte. Y, del comportamiento ruin no se salva ningún partido político. En todas las esquinas hay mas de un “judas” que sin el mas mínimo reato de conciencia se mete en la ruleta del juego de las prebendas y similares y se atreve a dar un voto sin ninguna responsabilidad con Colombia. Así se aprueban asuntos de vital trascendencia para el país, es decir, para todos, sin ninguna garantía de seriedad. El gran truco, en nuestra vida institucional, se traduce en lograr impregnar de politiquería cualquier tema y así, los argumentos técnicos, la experiencia, la voz de los actores serios, responsables y congruentes, la lógica y la argumentación seria y bien sustentada pasan a un segundo plano porque, además, la mayoría de quienes deben decidir, no tienen ni idea de que se les habla: la forma como pasó la reforma a la salud en la Cámara de Representantes es un claro y denigrante ejemplo de ello. ¿cómo es posible que un gobierno lo maneje como un triunfo para el país a sabiendas de que el triunfo si se dio, pero para los caprichos de una ideología y nada más. El poder legislativo da, en ese caso, un serio campanazo: nada ha cambiado, todo sigue igual, el Congreso está viciado por egoísmo y politiquería. Hay ya la democracia queda lesionada. Y, que decir del poder judicial ¿cómo es posible que un presidente se meta “en el rancho” de la justicia, amedrente al Fiscal general y a la institución de la justicia sin respetar que esa rama de la democracia no puede hacer excepciones con ningún colombiano ¿acaso quien generó las investigaciones en curso? La fiscalía no se lo inventó. ¿Y la Procuraduría manoseada porque todo lo que se meta con el actual ejecutivo es persecución política? ¿Los colombianos estamos presenciando un comportamiento errático, protagonizado por las habilidades marrulleras del poder ejecutivo? Alarmante vivir esa arrogante, desafiante e irresponsable muestra dese el poder ejecutivo. Claramente es un golpe bajo, con el peor de los mensajes a los súbditos, o sea, al pueblo. Nombramientos agrios, como el de Benedetti, en un país del que es ciudadano, con el que no hay tratado de extradición es una muestra del amiguismo, cinismo y burla de quien nos gobierna ¿arrancarlo de las manos de la justicia solo porque es partidario, colega y amigo? Atacar al Fiscal en vez de respetar y reconocer su trabajo, azuzar a un nicho del pueblo, que cree incondicional, para amenazar la institucionalidad, poniéndolos siempre, de carne de cañón, desde la comodidad del confort de una silla dorada y un balcón “veintejuliero”. No mas presidente, asuma sus defensas y gane en limpia lid, no manosee más a nuestro suelo. Si nadie se enfrenta a sus métodos irrespetuosos, desafiantes y anárquicos, si se acaba el criterio, si se acobarda la justicia y las fuerzas se arrodillan, se aniquila a la patria. ¿Y…? [email protected]