EL D. QUINDÍO DE 1976

27 agosto 2020 11:25 pm

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Por James Padilla Mottoa

El año de 1976 fue algo especial en la historia del Deportes Quindío: fue la temporada en la que había una numerosa directiva y un entrenador argentino que había sido figura goleadora en el fútbol colombiano, con nombre y apellido de cultor de tangos; se llamaba Vicente Grecco.

También ese año vinieron al glorioso Oscar Pianetti, Jorge Luis Bulic y Mario Bentron. Los dos primeros con gran suceso y el otro totalmente gris.

La primera práctica de fútbol la hicieron en el estadio Alberto Pava, de Montenegro y los periodistas que estuvimos llegamos a hablar maravillas de lo que habíamos visto, especialmente de aquel volante larguirucho que había llegado sin nombre, en plena juventud. Bulic nos llenó de esperanzas…

Sin embargo, para el primer partido de campeonato el técnico nos salió con una formación inesperada, en la que Jorge Luis apareció como puntero izquierdo, con un balance paupérrimo. Dos partidos más y llegó el comunicado oficial: previo concepto técnico, la directiva tomaba la decisión de marginar del equipo al joven argentino más otros jugadores, calificados de bajo rendimiento.

En un hecho inusual, los periodistas agremiados del Quindío respondieron a ese comunicado con una carta en la que expresábamos que no podíamos estar equivocados todos los que habíamos visto las bondades futbolísticas del jugador gaucho y que por lo tanto nos negábamos a aceptar esa determinación.

Sin arrogancia y sin abrir debate alguno, los directivos reconsideraron la determinación, razón por la cual optó por renunciar el profesor Grecco. Vino entonces el veterano Oscar "Severiano" Ramos, quien reordenó el equipo para redondear una campaña magnífica que lo llevó a clasificar por primera vez al Quindío al Hexagonal final que se jugaba por entonces. En la final nos fue mal porque Pianetti se lesionó y con él se fue la claridad del fútbol. Pero nos quedaba la posibilidad de una revancha: en el partido final nos visitaba Millonarios, conjunto que llegaba con la certeza de ganarnos los puntos y acceder al subcampeonato con el premio mayor de participar en la Libertadores.

Y qué gloriosa tarde aquella del San José el domingo 19 de diciembre, con estadio lleno y con la honrosa visita de los más destacados representantes de la prensa y la radio de Bogotá. Además, por vez primera se transmitiría el partido, en vivo y en directo, por la televisión nacional con el gran Alberto Piedrahita Pacheco y su programadora Fútbol, el Mejor Espectáculo del mundo.

Esa tarde Millonarios comenzó a ganar, tal como se esperaba. No obstante, surgió de repente la rebeldía de nuestro equipo y emergió en la cancha aquel rubio larguirucho que una vez iban a echar por la puerta de atrás los directivos y sacó dos remates fulminantes de mitad de cancha que dejaron crucificado al arquero azul a quien llamaban "El Alazán Biazutto" y de paso, las ilusiones de Copa Libertadores para el engominado cuadro de los Millonarios. Ese día salimos del estadio como si hubiéramos ganado el campeonato.

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