Incondicionales del Quindío

4 noviembre 2021 11:23 pm

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Por James Padilla Mottoa

De un tiempo para acá hemos celebrado con alborozo el surgimiento de una estirpe nueva de aficionados cafeteros, o lo que es mejor, de seguidores del Deportes Quindío. Hecho trascendental por el envejecimiento de aquellos fanáticos que fuimos habitantes permanentes del San José y también primeros residentes del Centenario. A aquellos, sin embargo, les ha tocado una etapa fea y tristona, la mayor parte en los caminos angostos y espinosos de la categoría B, razón que los enaltece más.

No sería justo que pasaran inadvertidos acontecimientos como la convocatoria para recibir al equipo en las afueras del estadio o las banderitas conseguidas por Diego Arias y sus correligionarios para incentivar el entusiasmo cada vez que el glorioso tuvo que salir a la disputa de sus encuentros.

Esas actitudes han comenzado a darnos señales sobre la vigencia de un ferviente amor por la divisa de nuestra tierra y de la certeza de la venida de tiempos mejores para la misma.

En lo personal tenía una prevención que se convirtió enseguida en una realidad preocupante: la reacción de esa nueva estirpe de hinchas cuando los resultados no correspondieran a los objetivos propuestos en el comienzo de la minitemporada que nos ha tocado disputar. Por eso siempre se habló de seguidores incondicionales de una causa o de unos colores. Justamente, incondicional quiere decir, en este caso, que se apuesta todo a una divisa, sin importar las circunstancias o los resultados.

Por todo esto es que no aceptemos ahora la postura de aquellos que rompen su promesa y cuando llega el momento del infortunio por los malos resultados arremeten contra quienes son los menos responsables de la situación, o sea, los jugadores.

Porque, a decir verdad, los muchachos que actualmente hacen parte de la plantilla del Quindío, han hecho mucho más de lo que suponíamos. Con malos partidos, como es apenas lógico en la complejidad de este deporte, en general el grupo tuvo la capacidad y la postura de un verdadero equipo de primera para sortear con éxito encuentros ante rivales bien encopetados en el fútbol profesional colombiano. Los juegos ante América, Junior, Alianza Petrolera y aún ante Nacional, con árbitro y resultado negativo incluidos, son una muestra cabal del buen nivel que exhibieron en varios momentos los dirigidos por Quintabani. Lamentablemente las lesiones, algunos problemas ante la dirigencia y sobre todo, el ambiente maloliente de la organización del fútbol nacional, han dado al traste con lo que hubiéramos querido para este enorme reto que planteó la corta competencia y la casi ninguna decisión de poner tres o cuatro refuerzos de calidad en una plantilla buena, pero exageradamente corta.

Es natural que cuando vienen las derrotas uno se inclina a buscar culpables, mirando de un lado a otro. Pero lo más equivocado es lo que está haciendo carrera en estos tiempos y es caer a los jugadores, a quienes se insulta y se amenaza a discreción, porque son los que están al frente, los más próximos.

El mismo hecho de la programación de una corta competencia como esta para defender algo tan importante como la categoría y poner un promedio perverso a los equipos que suben de la B, nos está indicando que algo muy malo sucede en el interior de los entes que regulan el fútbol de nuestro país. Algo que se percibe en el ambiente, esas cosas que resultan inexplicables como la designación de determinados árbitros que sean garantía, no de imparcialidad y buenas decisiones en el trámite de determinados partidos, sino más bien, garantía para la realidad de algunos resultados, tal como se ha podido constatar en partidos que sufrimos.

La llamada comisión arbitral, con sus designaciones inconcebibles en un puñadito de silbatos que parecen bien aleccionaditos, deja una sensación desagradable en los que aguzamos los sentidos para ver un poco más allá de lo que quieren mostrar. Y no nos digan que el famoso VAR es el elemento mágico para alcanzar la justicia en un resultado; ese instrumento está manejado por los mismos árbitros, que, hechas las excepciones del caso, parecen hacer parte de una gran conspiración.

De manera muchachos que ustedes están muy equivocados en su comportamiento: no es así como se respalda un equipo, sin análisis de circunstancias y realidades externas, olvidando de paso que son incondicionales de una causa, tal como lo prometieron.

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