Por James Padilla Mottoa
Aterradoras las noticias que se suceden en estos tiempos: un padrastro mata a un niño delante de su madre porque ella no quiere seguir viviendo con él, matan a una joven periodista de la ONU en una calle bogotana después de arrebatarle un teléfono celular, un joven muere acuchillado por un energúmeno simplemente porque le reclamó por la falta de responsabilidad al no limpiar los excrementos de su mascota, un padre cae acribillado por su hijo luego de una discusión, un ezquisofrénico con un fusil de repetición, por enésima vez, entra disparando y matando a las personas que estaban en un centro comercial en Estados Unidos…¿Creen ustedes que esto sea normal, pese a que son hechos que se están repitiendo constantemente ? Pues les digo que a mí no me parece y pienso que algo muy grave está pasando con la sociedad universal. Algo que nos está gritando que hay un severo deterioro en la especie humana que se va acrecentando en la medida que pasan los años.
Hace un tiempo hablaba alguien de la "sociedad enferma". ¿Enferma?; está es de muerte. Estos signos y muchos otros que venimos dejando pasar inadvertidos, nos están alertando sobre, tal vez, el fin de una civilización global. En la antigüedad se hizo alusión, discriminadamente, a la civilización helénica, a la civilización romana y otras más que sucumbieron por su deterioro mental, representado en costumbres y formas repudiables, pero hoy, cuando todo el mundo está a la distancia de un click, estamos obligados a referirnos a una civilización global.
Quizás lo más peligroso es cuando todos perdemos la capacidad de asombro, cuando a fuerza de la repetición de los hechos, por más escabrosos que ellos sean, terminamos por considerarlos como normales. No reflexionamos y dejamos pasar sin advertir el riesgo que estamos afrontando.
Hace pocos días encontré en estos grupos de las redes sociales a una joven y destacada analista española de la música y su referencia a las canciones de ahora, a la asquerosidad de sus letras y a los millones de seres a quienes cautivan esos esperpentos, concluía que efectivamente eso era la prueba palpable de que algo supremamente grave está pasando con la sociedad actual; que nos estamos desbarrancando irremisiblemente.
¿Saben una cosa? No creo en los profetas de desastres que abundan por este tiempo; no creo en los que se parapetan en estos medios de la avanzada tecnológica para sembrar pánico en quienes son más débiles de pensamiento desempolvando cada año a Nostradamus con sus profecías de muerte y de hecatombes. Pero en este caso de la descomposición humana que nos siembra cada día de evidencias, estoy obligado a creer y a asombrarme.
Coletilla: no sé si se habrán dado cuenta que llevamos más de un año con lluvias diarias y que ni siquiera los sabios del clima han podido dar pié con bola…