Un estadio que tumban a pedazos

20 octubre 2023 4:26 am

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James Padilla Mottoa

Inveterada costumbre de casi todos los administradores públicos, quienes cuando están cargando con el sol a las espaldas, comienzan a amarrar contratos y otras cosas que después se tornan en verdaderos dolores de cabeza para quienes llegan con la gran responsabilidad de ejercer el poder. No es algo ilegal porque ellos están aún en pleno ejercicio de su mandato, pero por ética o por simple cortesía deberían dejar esas decisiones para que las tomen los que llegan.

En este orden de ideas, aunque los avatares políticos y las campañas electorales son un ruido que he querido que pase a buena distancia, hoy tengo la imperiosa necesidad, o más bien, la obligación de referirme a lo que está sucediendo con el estadio de Calarcá: si bien es cierto ese escenario se construyó con el dinamismo y el espíritu de servicio a su tierra del padre del actual gobernador Roberto Jairo Jaramillo, en su época de parlamentario, ese estadio se logró construir con recursos públicos, atendiendo a una necesidad absoluta de la sociedad de la segunda ciudad del departamento del Quindío. De tal manera que este patrimonio de los calarqueños mal podría considerarse como una propiedad de una familia o un bien que se herede de generación en generación.

Pues parece que  el señor gobernador actual  nos ha resultado teniente general para amañar este tipo de cosas y por eso  tomó la decisión, antes de irse, de asegurarse el estadio teniendo como mampara una fundación que ha sido su estandarte y con la cual pudo ganar alguna notoriedad en el ámbito quindiano para alcanzar la dignidad que ya está a punto de desaparecer y para la cual empuja su propio candidato en esta contienda electoral, a ver si su pupilo puede culminar  las cosas que no alcanzó a realizar en su mandato.

A este personaje lo vinimos a conocer, hace poco tiempo, porque el dirigente Gustavo Moreno Jaramillo nos convocó para ayudar en alguna actividad que buscaba potenciar la fundación Abrazar, que así se llama la loable misión de servicio a niños con algún tipo de discapacidad cognitiva. Después, por esas vueltas que da la vida, nos apareció como candidato a la gobernación del Quindío… Veníamos de una equivocación enorme y de una nefasta administración del cura Carlos Eduardo Osorio y puestos frente a un hombre que había dado muestras de gran sensibilidad humana, de una votamos por él.  Pero el filántropo de ayer vino a mostrarnos su verdadero rostro de pésimo administrador y de ambición desmedida en lo material y lo político. Lo último es delicado, pero lo primero es mucho más grave porque se trata del despojo a toda una comunidad.

En los días previos he leído todas las reclamaciones que vienen haciendo organizaciones deportivas y otras entidades de la sociedad calarqueña para que se les restituya el importante escenario que les pertenece. Sin embargo, la respuesta ha sido la intervención de inmediato, con maquinaria pesada para derrumbar el estadio, utilizando para ello una cantidad de argumentos increíbles que al final van a condenar a este mal gobernador y a castigar sus aspiraciones futuras en la materia política.

Yo creo que Calarcá merece respeto y sus deportistas tendrían que ser escuchados para no vernos abocados a una historia con muy triste final, como es esta del estadio que están tumbando delante de todos. Sin embargo hay algo que en lo particular me ha dolido demasiado: ¿cómo voy a equivocarme una vez más, seducido por alguien que se fue convirtiendo en una persona  que nos ha defraudado en toda la línea?

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