Quindío, un equipo con buena hinchada

22 marzo 2024 4:50 am

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James Padilla Mottoa

Pese a todo, a las frustraciones, a las campañas en contra, justas o injustas, al calvario de la B y a la poca credibilidad que hoy despierta el fútbol profesional colombiano, fue reconfortante ver la tribuna del Centenario con esa cantidad de público para apreciar el partido más reciente del Quindío contra el Real Cartagena.

Para quien esto escribe fue una auténtica sorpresa luego del cuestionado partido en la capital del país, saldado con un magro empate a dos goles frente al Bogotá, y el cual fue materia de debate en las redes durante la semana, con avezados analistas del fútbol local, quienes aplicaron la famosa regla de tres a ese resultado, poniendo en el otro extremo de los guarismos la aplastante derrota que sufrió el equipo bogotano ante el Cúcuta 0 a 6. Decían los comentaristas quindianos que, si el Cúcuta le había clavado 6 al Bogotá, entonces el Quindío era poca cosa porque ante se mismo rival sólo había podido cosechar un empate.

Con todo respeto les digo que ni el fútbol ni deporte alguno se puede regir por esa regla de tres en materia de resultados: Cada partido y cada rival son una historia distinta porque están de por medio las circunstancias de diversa índole que saben enmarcar una contienda.

Pero volviendo al tema inicial, o la gente no se enteró de la controversia de los hombres que supuestamente saben de fútbol o no estuvieron de acuerdo con los planteamientos más negativos. Lo cierto es que el aficionado retornó a la tribuna de nuestro hermoso escenario para ver a su equipo.

Les confieso que volví a conmoverme por la manera como esta gente que fue al partido recibió al Quindío y por el fervor y la pasión que desbordaba cuando cantaba el himno nacional. Desde ahí se podía imaginar que algo bueno podría deparar el encuentro. Y si bien las acciones no fueron un tonel de virtudes futbolísticas por parte de los contendientes, hubo un factor determinante en esa conexión necesaria entre los protagonistas y el público: la mística, la entrega con la que el equipo local salió a ponerle condiciones a su oponente. No es algo menor que el Quindío haya llegado al juego dispuesto a quitarle los espacios al Cartagena y que le haya importado poco la presencia de Teo, Sandoval, Flórez, Murillo y demás, para hablar solamente de los contrarios con mayor cartel. Nada, los borró del terreno y fue dueño de las acciones hasta poco antes del final, cuando por el infortunio de una lesión se quedó con un hombre menos para encarar más de diez minutos.

Y ese público que por intuición había llegado al estadio, supo entender y agradecer los argumentos que tuvo el equipo para quedarse con el magnífico premio de los tres puntos, fruto también de un excelente gol de su capitán Serna, un muy buen jugador que está pasando por gran momento.

Este torneo es muy difícil y su estructura es compleja; por eso lo llaman la cárcel de la B. Por eso no sabemos ni podemos avizorar mucho del futuro del equipo en el mismo; lo que sí puede afirmarse es que la decisión, la actitud que se está viendo en el grupo, más el planteamiento sencillo del técnico Rubén Darío Hernández, dan para esperar buenas cosas. Y eso sí, vendrán derrotas, de las normales y de las que duelen más, pero ellas no pueden ser argumento para que se caiga ese entusiasmo que renace en la afición y que nos ha conmovido a todos los que tuvimos el placer de apreciarlo.

Un técnico no tiene necesidad de ser un "   versero", es decir, un presdigitador de la palabra en materia de fútbol, para que sus dirigidos le crean; sólo tiene que generar confianza en sus actuaciones y manejar el vestuario para mantener un grupo cohesionado. Por lo visto, Rubencho lo está logrando con esta versión del Deportes Quindío. Sólo hacen falta detallitos como la suma de dos o tres jugadores que permitan mejor elaboración del juego y la contundencia para definir los partidos. Ojalá y se los traigan al entrenador paisano.

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