Desafíos educativos

29 diciembre 2018 2:46 am

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Disfruto mi casa, pero que miedo del futuro, le confesó a su esposa. ¿Por qué?, los hijos ya están organizados y nosotros vivimos con la pensión. El futuro es incierto, nadie puede predecir qué pasará con los problemas que agobian al país.

El pasado 30 de agosto se publicó el libro 21 lecciones para el siglo XXI del escritor israelí Noah Harari. Afirma que el poder político futuro partirá de inundar la sociedad con información sin relevancia para crear desinformación y distracción de los problemas. Cantidad de anodina información que entregada cada vez más rápido entretiene y, como estrategia de poder, desorientan a la sociedad. Los medios, internet y las redes sociales se convierten en estrategia política para construir una realidad diferente a la vivida. Podrían ser ciudadanos sin conciencia comunitaria, ni solidaridad. Individualistas, sin habilidades para un trabajo adaptativo, ni competencias para comprender lo que ocurre a su alrededor, tampoco para orientarse en la maraña de la nueva vida.

Los nacidos en 2019 tendrán 31 años en 2050 y, con 81 años, posiblemente varios estarán vivos para participar del S XXII. Concluye el escritor Harari en la página 319: “Ahora nos hemos quedado sin tiempo. Las decisiones que tomemos en las próximas décadas moldearán el futuro de la propia vida, y podemos tomar estas decisiones solo a partir de nuestra visión actual del mundo. Si esta generación carece de una concepción cabal al respecto, el futuro de la vida se decidirá al azar”.

Dicho libro plantea 21 capítulos en 5 secciones: desafío tecnológico, desafío político, desesperación y esperanza, verdad y resiliencia Esta propone diferenciar ficción de realidad para que podamos vivir plenamente y como sociedad resolver los problemas. Contiene los capítulos 19 Educación, 20 Significado y 21 Meditación.

Los profesores tienen la obligación de enseñar a darle sentido y significado a la vasta información. A diferenciar lo que es y no es importante; a combinarla y valorarla para comprender lo complejo del mundo. Formar en habilidades para enfrentar los cambios, aprender nuevas cosas, y a reinventarnos permanentemente. En la página 324 se pregunta: ¿Cómo actuar cuando nos vemos inundados por enormes cantidades de información y no hay ninguna manera de poder asimilarla y analizarla toda? ¿Cómo vivir en un mundo donde la incertidumbre profunda no es un error, sino una característica? Para sobrevivir y prosperar en semejante mundo necesitaremos muchísima flexibilidad mental y grandes reservas de equilibrio emocional. Tendremos que desprendernos de manera repetida de algo de lo que mejor conocemos, y sentirnos cómodos con lo desconocido”.

Este libro podría discutirse en escuelas, colegios y universidades, porque el debate sobre la crisis ecológica, la amenaza de las armas nucleares, el auge de las nuevas tecnologías y, sobre todo, el desarrollo de la inteligencia artificial y la biotecnología brindarán el poder para reformular y redelinear la vida. Los poderosos podrán manipular nuestras emociones y deseos más íntimos. Al sector educativo le corresponde enseñarnos a comprender el significado de la vida actual para construir el mañana.

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