La calle como organización social participativa.

4 marzo 2023 6:20 pm

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Guillermo Salazar Jiménez

Recorrió las calles al ritmo de canticos y bailes, acompañó a los maestros para gritar el apoyo a las reformas. El segundo día salió a comprobar si los marchantes, opositores al gobierno, conocían el contenido o al menos el porqué de las reformas. Rusbel Caminante evidenció que la mayoría de los marchantes poco o nada sabían de ellas. Entendió que los políticos y noticieros enfatizaron en el ganador, según el número de participantes, para desviar el mensaje verdadero: convertir la calle en organización social participativa. Concluyó que este mensaje dignifica el valor del pueblo en las calles, sea para apoyar u oponerse a las reformas propuestas. El valor de la calle como voz popular se practicó hace milenios, donde hombres libres se reunían en las calles de las ciudades griegas para discutir y desarrollar el conocimiento; debatían abiertamente sobre la justicia, la felicidad, el amor o la verdad.

Juana, aquella amiga, se acompañó de la poetisa Emily Dickinson, “Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”, para reafirmar que el verdadero valor de las marchas del 14 y 15 de febrero pasado se dio porque hasta los que antes las despreciaban ahora gritaron en las calles su oposición a las reformas. Expresó que el número no importó, no ganó cual fue más numerosa; triunfó el precio de la calle como expresión popular. Pensó que esta opción debe dar paso a la voz popular en las plazas de los pueblos y las calles de las ciudades; en los auditorios de las instituciones educativas y centros culturales para ampliar el significado de democracia.

Rusbel Caminante expresó que una vez finalizado el supuesto pulso entre Gobierno y oposición, el cual se tergiversó por quién tenía mayor poderío para convocar a marchar, podría convertirse en el primer impulso pedagógico político para enseñar que la calle no solo es espacio para carros y transeúntes. Confía en que el triunfo de la palabra en la calle se transforme en la fuerza que necesitan las reformas propuestas, en el apoyo popular organizado para hacerlas realidad. Concluyó con el poeta español Jorge Riechmann que “Unos pocos hacen historia: /los más la sufren. /De tanto en tanto quienes sufren la historia /tras sufrir demasiado /se exasperan, y eruptivamente /se echan a la calle a hacer historia”.

Si bien las reformas se aprueban en el Congreso, los ajustes deberían salir de las manifestaciones, expresó Juana, aquella amiga, para evitar nuevas expresiones violentas, que tanto han ensangrentado la historia de Colombia. La calle, como organización social participativa, dará forma a las reformas gubernamentales propuestas y podría ser luz que ilumine el grito de nuevas ideas sobre la paz. A todos los marchantes, no importa el bando al cual pertenezcan, opositores o defensores del gobierno, el poeta uruguayo Eduardo Galeano les escribió: “Ahora, a los tropezones, se echan a caminar. Van en busca del pan y la palabra: esta tierra, que abrió la boca, está ansiosa de comer y de decir”.      

 

 

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