Guillermo Salazar Jiménez
En aquellos años de universitaria entre el espacio destinado para el estudio, Juanita Lectora escuchaba al escritor, poeta y cantautor argentino Atahualpa Yupanqui. Era como detener el tiempo para pensar sobre la vida, afirmó, con razón él expresó que “Me duele tanto el silencio por lo mucho que perdí. Que no se quede callado el que quiera ser feliz”. Añadió que aquel gran poeta asumió tal nombre porque significa en quechua el que vino de lejanas tierras a contar. Por ello resulta gratificante reconocer la importancia de la comunicación entre las personas para compartir palabras, ideas, información y sentimientos.
Lo que no se comunica no existe, lo leyó Rusbel Caminante en un muro del pasillo a la entrada de la Universidad para resaltar que la interacción de ella con el contexto es indispensable para validar el impacto reciproco que debe acompañar el desarrollo social. Máxime, si los lazos del comunicar lo realizan las universidades con regiones apartadas o ausentes de las facilidades tecnológicas, recalcó, para aplaudir el canto del Tucán, programa radial que la Universidad Nacional, sede Amazonía, emitió durante la época del Covid-19. Recordó que esta vez la universidad se unió con chamanes, sabios y abuelos indígenas de Colombia, Brasil y Perú para intercambiar experiencias en la prevención, atención y vigilancia epidemiológica.
Juanita Lectora comentó que la anterior experiencia vital sirve de ejemplo para las universidades del país, quienes podrían ejecutar otras ligadas al cambio e impulsar la paz. Adicionó que barriadas urbanas olvidadas y regiones rurales atrasadas necesitan de información veraz y precisa sobre el futuro del país. Comunicar los objetivos de las reformas, expresó, para contrarrestar información tendenciosa de medios entregados al poder del dinero y que pretenden mantener privilegios ancestrales. Consideró que el canto del Tucán tiene que multiplicarse porque los colombianos necesitan de la comunicación positiva. Afirmó con el médico y escritor español Mario Puig: “La naturaleza no es muda, sino que somos nosotros los que estamos sordos”.
Rusbel Caminante afirmó que nada más apropiado tomar el canto del Tucán como emblema de aquel programa radial. Porque su canto resulta uno de los sonidos especiales que se escuchan en la espesa selva amazónica, a los indígenas les proporciona tranquilidad sus graznidos, asimilados como mensajes positivos para el bienestar colectivo. Además, consideró que su belleza nace del pico grande y colorido y su cuerpo lo adornan brillantes plumas entretejidas por colores negros, rojos, blancos y amarillos. El título del programa hace de esta experiencia universitaria razón suficiente para expandirla a todos los rincones del país. Comentó que la universidad colombiana necesita explorar novedosas formas de comunicar para promover otras maneras de valorar el futuro anhelado. Y que el ejemplo de la conversación entre indígenas y universidad posibilite comunicar al país la verdad para enfrentar las ingratas versiones de los opositores al cambio. Por ello, cantó con Atahualpa: “Porque no engraso los ejes/ Me llaman abandona’o/ Si a mí me gusta que suenen/ Pa qué los quiero engrasaos”.