Solidaridad con el saber

31 diciembre 2023 3:30 am

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Guillermo Salazar Jiménez

Nunca se dio cuenta si sus antepasados habían luchado junto a él. En todo caso se despidió de la profesora y firmó en la caratula del libro para dejar constancia de su solidaridad con el saber para los nuevos alumnos. Además de otros niños que cumplieron con este ritual solidario, Inesita fue la última en firmarlo. Cuadernos Martianos, primer libro de una serie que el Ministerio de Educación entrega a los niños y adolescentes de Cuba, escritos por el maestro José Martí.

Pasé la mañana del pasado noviembre 9 en el Museo Nacional de Bellas Artes, duré horas en los distintos pisos donde se aprecia el sentido humano y patriótico de los cubanos. Los colores de los cuadros muestran el recorrido de la vida, dificultades y logros, también emiten esa fuerza social que los mantiene con la energía suficiente para amar el arte. Al detallarlos se entiende cuanto sentido de libertad brindan, entonces el museo se convierte en un espacio de solidaridad, porque uno camina de piso en piso en busca de los saludos cordiales y abrazos cariñosos. Basta con admirar el óleo sobre tela Todos somos hijos de la patria, del maestro Raúl Martínez, 1967.

Como profesor universitario pensionado sentí una sensación prodigiosa, similar a la felicidad. Me apresté a subir las 88 escalinatas que anteceden a las columnas neoclásicas, inspiradas en el Partenón griego, que conducen al saber académico y científico de la Universidad de la Habana –UH -. El próximo 5 de enero cumplirá 371 años y justo el día que tenía reservado para admirar sus instalaciones no podían ingresar visitantes. Entonces, la decepción la reemplacé por charlas amenas con estudiantes y profesores sentados en la escalinata diez. Con ellos entendí que Alma Mater, estatua de bronce, símbolo de la UH, con los brazos abiertos, da la bienvenida a los estudiantes.

Pienso que la educación de verdad, aquella establecida por los grandes maestros, hace de la solidaridad una facultad humana necesaria para transformar la sociedad. Porque cuando salí de la Escuela Primaria José Martí, supe que la obra de este maestro contenía algo íntimo y apreciable, que justifica la educación como arma para luchar contra la dependencia. Con razón afirmó, “El problema de la independencia no era el cambio de forma, sino el cambio de espíritu”.

Martí nació en La Habana en 1853 y a los 39 años redactó las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. Sus escritos educativos reiteran temas pedagógicos para una educación transformadora. Sobre estos temas conversé con Olga Mazorra, profesora de la escuela y anfitriona. Por ella también supe que, en 1895, Martí fue acribillado a balazos por los españoles. “Nuestro héroe y mártir nos dejó el mayor legado educativo para los niños de primero primaria, quienes rotulan con su nombre el libro para donarlo a otros niños que ingresan a la escuela”, me dijo antes de entregarme Cuadernos Martianos para mis nietos con la firma de varios estudiantes donde sobresalía el nombre de Inesita.  

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