Por Fernando Jaramillo Botero
En razón a lo extenso del tema a analizar, decidí publicar una segunda parte de mi columna VOLVÍ A CAMINAR POR ARMENIA, adicionalmente se empiezan a ver cambios con el reinicio del mandato del señor alcalde, elegido por el pueblo en octubre del año pasado y quien ya perdió este año; no solamente nuestro alcalde lo perdió, la mayoría de los gobernantes aún están anestesiados con el golpe que les dio la pandemia.
Armenia llevó la peor parte, debido a la suspensión del burgomaestre y el nombramiento provisional de una alcaldesa encargada a quien nadie recordará porque solo hibernó en el CAM y harán que el 2020 sea recordado como un año nefasto para el desarrollo socio-económico de la capital. El Plan de Desarrollo fue pelotiado entre el Concejo Municipal y la alcaldesa, las actividades desarrolladas por la alcaldía fueron mínimas; hasta pagar el predial, el impuesto de industria y comercio y el tristemente célebre aporte a la valorización ya desahuciado ha sido un dolor de cabeza para los contribuyentes, sorprende ver cómo hay que hacer grandes filas al sol y al agua y perder varias horas para pagar esa platica que en alto grado ya está desaparecida.
Y si de colas se trata, invito a mis amigos de la Sociedad de Economistas para que calculen cuantas horas diarias pierden los cuyabros haciendo colas en los bancos, en las EPS, en las IPS, en las oficinas de recaudos de la gobernación y de la alcaldía y en la mayoría de las instituciones gubernamentales; recuerdo que hace poco se calculó que en la capital de la república, los bogotanos pierden cerca de 20 días del año en los trancones de tránsito; cuantas horas o días se pierden al año en Armenia por estas interminables colas, con el agravante que muchas de estas operaciones no están habilitadas para ser realizadas por medios virtuales en razón a la obsolescencia del estado colombiano.
Ya se notan los reparcheos para tratar de sanear los innumerables huecos de las calles de la ciudad, desafortunadamente estas reparaciones durarán hasta el próximo aguacero porque están realizados de forma artesanal, ya veremos cuando se vuelven a abrir los cráteres en toda la ciudad; son innumerables los accidentes generados por la huecamenta, los pinchazos y el desbarajuste de los autos enfrentados a verdaderas trochas de piel de cocodrilo como lo llaman los ingenieros.
Ni hablar de los vendedores ambulantes y de perecederos, se tomaron nuevamente la ciudad y como en la fábula donde el marido vende el sofá, la solución que encontró la alcaldía fue la de prohibir a los parqueaderos guardar las carretas con perecederos; elemental la sabiduría popular, los dejan en la calle y los andenes toda la noche y les sale más barato pagar un celador que pagar parqueadero.
Igualmente se ha generado gran incertidumbre con lo que pasará cada fin de semana, acaso quienes planean la ley seca, el toque de queda, las restricciones a la movilidad no saben qué va a pasar la próximas semana; gran incertidumbre se vivió con al día de Hallowen, los empresarios prepararon su mercancía y actividades tratando de recuperarse en estas fechas de gran dinámica comercial y tres días antes del 31 de octubre no se sabía si se salía o no se salía a la calle, si los turistas podían traer sus hijos o si los motociclistas podrían hacer caravanas. Es hora de prever y proyectar ¿qué pasará con el próximo puente de la independencia de Cartagena o con la alborada de diciembre, habrá alumbrado de velas y faroles en Quimbaya? ¿Y cómo será el próximo día sin IVA? Es hora señores gobernantes de mirar para adelante y concertar tomando decisiones que no afecten a los empresarios pero que tampoco pongan en riesgo la salud de los quindianos.
Y como también he caminado en las noches, la sensación de inseguridad es creciente y los piques de motos y autos ensordecedores. Hay una larga tarea por retomar señores gobernantes.
Noviembre de 2020