BRUTALIDAD DEL PARO

26 mayo 2021 10:48 pm

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Por Álvaro Ayala Tamayo

Odiar es gratis pero siempre sale caro. Hasta hoy nadie ha demostrado – ni opositores y enemigos – que el presidente Iván Duque sea el dueño de los hoteles, restaurantes, buses, taxis y centros comerciales que se beneficiarían con la realización de la Copa América en nuestro país. El monumental daño que están haciendo los terroristas y vándalos infiltrados en el paro son incalculables en millones de dólares. Conviértalos a pesos y descubrirá que no hay calculadoras con tantos ceros.

Además, la imagen de Colombia también se afecta gravemente a nivel internacional. Las rebajas de las agencias calificadoras las pagarán los pobres y la clase media, en efectivo y con más desempleo. Tampoco vendrán inversores extranjeros a un país que no garantiza seguridad, ni rendimientos. Era un certamen para la reaparición de la lesionada economía y aumentar la confianza del consumidor y los empresarios. Era la cuota inicial del despegue y la reactivación. El rebusque de los ambulantes.

Vivo a dos cuadras de un centro comercial. El amarillo del uniforme de la selección adornaba de punta a punta y de piso a techo el más grande almacén del lugar esperando el arranque de la fiesta futbolera para recuperar ventas y cuadrar caja. Se siente enorme tristeza ver a sus empleados desmontando la estantería tras el anuncio de la cancelación del evento. Como ese, muchos otros ejemplos y desilusiones. Ese partido no lo perdió el presidente Duque como lo quieren hacer aparecer algunos. El evento lo perdimos todos. La oposición torpe, envidiosa y siniestra hace mucho daño.

La juventud salió a las calles (con toda la razón) a reclamar opciones y futuro, pero serán los mismos viejos malucos quienes reclamen la victoria. Con el transcurrir del tiempo los jóvenes se darán cuenta que fueron utilizados porque en nombre de ellos se negoció la tierra prometida y nuevamente los descendieron a los mismos infiernos. Tontos…el empleo no se produce por decreto. La única vía es a través del crecimiento de la economía. Y la economía solo crece con trabajo y producción.

Los viejos perros de la política y los caciques sindicales les están midiendo el aceite para recalentarles el motor hasta fundirlos. Luego les tirarán migajas para reparar el cigüeñal y vendrá más de lo mismo. No perdimos el año. Con la pandemia se perdió este cuatrienio. Presidente, gobernadores y alcaldes no pudieron cumplir sus objetivos y el pueblo volvió a llevar del bulto. Los destrozos del paro aún no los podemos cuantificar hasta tanto termine su maldad. El híbrido entre pandemia y violencia frenó la recuperación económica.

La juventud está metida en la trampa del oso y entre más fuerza hace para soltarse, más se amarra para terminar perdiendo su extremidad o muriendo. Estamos en un régimen presidencial secuestrado por el legislativo y judicial. El presidente está en todo, pero no tiene poder para resolver nada. Es la Mona Lisa del museo sin que ningún curador esté dispuesto a certificarla.

Los amos del poder en Colombia son las cortes y el Congreso, dinosaurios que han sobrevivido a las tempestades de todos los meteoritos. La juventud está en lo cierto y puede cambiar esto, pero necesita montarse en un carro eléctrico porque el viejo motor a gasolina después de tantos incendios no aguanta más reparaciones. Pero tranquilos, sigan así. Según ustedes, la violencia genera empleo y el vandalismo aumenta el salario.

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