Por Álvaro Ayala Tamayo
Solo falta que nos digan que el coronavirus fue traído a la tierra por los ovnis. Un año y medio después de aparecer públicamente en el cuerpo humano, la comunidad científica no ha logrado explicarnos su origen. Ningún país del mundo aceptará que fue el causante de esta tragedia universal. Ahora, la autoridad policiaca será la encargada de despejar dudas para decirnos si se trató de una conspiración que intenta destruir o disminuir la raza humana.
El presidente de los EEUU Joe Biden, ha dado noventa días de plazo a sus organismos de inteligencia para entregar un informe concluyente. ¿Será que ya tienen pruebas recolectadas o el expediente dormirá en los anaqueles para futuras películas e investigaciones, como pernoctan en los despachos judiciales de Colombia?
Arroz Chino con vísceras de murciélago será el plato de la investigación que no se tragará Pekín porque no están dispuestos a digerir un asunto servido por chefs de Washington. Si EEUU dice que el coronavirus tuvo origen fuera de China nadie se tragará el cuento y si dice que nació en China, las cabezas del régimen asiático no aceptarán. Ya respondieron hace quince días cuando dijeron que EEUU está sesgado por la política. Un informe sin el aval de la Organización Mundial de la Salud no es muy saludable para ponerle punto final. Conclusión: lo investigado no irá a ninguna parte. Solo servirá para que Pekín eleve más su tono contra el Tío Sam en perjuicio de la economía mundial, porque aún siguen vigentes las sanciones arancelarias a productos comerciales de ambas esquinas.
Todavía permanecen las dos teorías que nadie ha certificado, pero tampoco han sido descartadas. Del consumo de productos animales por parte de humanos o que se escapó de un laboratorio. Lo más probable es que los niños que nacieron durante la pandemia dentro de cincuenta años estarán escribiendo sobre el tema. Por ahora la crisis se ha trasladado al campo de las vacunas. Hasta hoy, insuficientes.
La experiencia dice que la pandemia solo será derrotada o controlada cuando todos (pobres y ricos) estén inoculados. Eso de las nuevas cepas le está diciendo a los poderosos que solo estarán salvados cuando vacunen a los países que no tienen dinero para comprarla. Lo que no fallará será el boom literario de los oportunistas. Después de las vacunas, el buen negocio será el de los libros que se escribirán. Cada uno llegará pontificando sobre el virus y todos diciendo que era la crónica de una pandemia anunciada.