Por Álvaro Ayala Tamayo
Por estos días se están cumpliendo cincuenta años de lucha contra las drogas a nivel universal y todas las herramientas para combatirlas, sin excepción, han sido abono para el fracaso. Fue el presidente de EEUU, Richard Nixon, el primero en oler el problema y tras declararlas como asunto de salud pública y seguridad nacional alertó que eran el enemigo número uno de su país. Arrancó con buenas intenciones, pero no acertó en que era un grave problema mundial.
Las drogas son como el coronavirus, a los vacunados también nos da. Significa que los países ricos entendieron el problema de transmisión del virus y saben que para combatirlo sin riesgo para sus ciudadanos hay que inocular a los países pobres que no tienen para pagar el tratamiento.
La dura lección que nos enseña el COVID 19, es que para estar a salvo tengo que cuidar a mi vecino y a quien no es mi vecino. Uno de los tantos inconvenientes de las drogas es que todo se mide en millones. Son millones de adictos, enfermos o víctimas. Millones de curiosos que las prueban para saber si quedan matriculados como clientes permanentes o esporádicos. Millones las personas involucradas en la cadena de suministros. Millones de narcos y millones de clientes. Millones de campesinos cultivando hoja de coca, marihuana, amapola y otras. Millones de balas montadas en las armas que se disparan alrededor de la inseguridad del negocio. Millones de kilómetros los que recorren para llegar hasta la nariz y paladar del consumidor final. Millones de dólares invertidos en lujos de quienes viven del negocio, socio.
Millones de dólares invertidos por gobiernos para combatir los millones de fracasos de sus políticas de erradicación. Millones de burócratas dando soluciones sin sentido para justificar los millones que gastan, no invierten, los Estados contra este flagelo. Millones de funcionarios corruptos. Millones de dólares consignados en los bancos para lavarlos y ponerlos a circular en el mercado. Desconozco si es de manera legal, pero que circulan…circulan.
Millones de muertos y heridos en medio siglo de lucha inútil. Creo que el “éxito” de las drogas y el narcotráfico obedece a que es un sistema muy democrático. Adhiere quien quiere. Pobre, rico o clase media. Está en todos los países. Su negocio rentable o de ruina está al alcance de muchos. Otros lo ven pasar y se quedan callados. Equivale a votar en blanco o abstenernos. Sus millones de millones de dólares son su oxígeno y sangre. No es un negocio perfecto, aunque sí muy rentable para los intervinientes. Hace rato, algunos predican su legalización como único medio eficaz para combatirlo. Les pregunto…¿legalizamos a los asesinos, violadores, feminicidas, atracadores y funcionarios corruptos por qué no hemos podido erradicarlos?