Por Álvaro Ayala Tamayo
Oye, gobierno te hablan desde la prisión. El Estado colombiano ha fallado flagrantemente en desarrollar una política penitenciaria para buscar la resocialización de los hombres y mujeres privados de la libertad. A ese tipo de desidia se le llama no cumplir con la ley, ni el mandato constitucional. El hacinamiento carcelario es producto de la alta delincuencia y falta de construcción de establecimientos de este tipo. Pagar cana es muy bravo, dicen quienes han tenido un mal momento en su vida, del cual no estamos exentos. Pero la pena en nuestro país es doblemente cruel porque allí se sobrevive con dificultades extremas. A los internos se le condena a la privación de la libertad y no a que vivan en mazmorras, sin salud, ni alimentación en condiciones decentes. Para esa numerosa población no se piden hoteles, aunque tampoco merecen lo que padecen hoy.
En Colombia es una contradicción hablar de justicia por muchas razones. El ministerio de justicia es el típico ejemplo. Cuando lo nombran, en promedio dos por mandato presidencial, su único trabajo es elegir al director del INPEC. Una vez posesionado dicho funcionario, el ministro queda desocupado. Es tan absurdo el asunto que ni el propio ministro tiene la culpa. Todos llegan con buenas intenciones y al final su balance es nada. Ningún ministro de justicia es bueno o malo porque su manual parece no tiene funciones.
Es lamentable decirlo porque si algo hace falta en nuestro país, precisamente es justicia. Siempre hablan de una profunda crisis y la presentación de un proyecto de ley para reformar la justicia…carreta. Últimamente han intentado defender y auxiliar a los presos del exterior, pero siempre tienen que acudir a la Cancillería porque es a través de dicha entidad por donde se comunican todos los Estados y gobiernos. Ese es el protocolo oficial y nadie se lo puede brincar.
¿Hace cuántos años se construyó la última cárcel en Colombia? Los violadores, asesinos, secuestradores, terroristas, y condenados por crímenes violentos tienen que estar entre rejas seguras. Hay muchos penados a los que les falló la suerte, como les canta Roberto Torres, dispuestos a no repetir, por lo tanto, pueden estar en un reclusorio sin elevadas medidas de seguridad. Además, los subrogados deberían ser elevados para motivarlos a buenos comportamientos y la no repetición. Eso sería parte de una política carcelaria y criminal que de verdad ayude a resocializar a las personas. Traerlas a la sociedad, antes que alejarlas, estigmatizarlas y perderlas. Quien la vuelva a hacer y no aproveche la oportunidad le tocará maluco.
Es absurdo que delincuentes menores estén revueltos con criminales. El compositor Álvaro Velásquez, autor de la canción, EL Preso, e inmortalizada por Fruko y sus Tesos, también se graduó de futurólogo con semejante himno. En el mundo en que ellos viven siempre hay cuatro esquinas, pero entre esquina y esquina hay que brindarles otra oportunidad.