Álvaro Ayala Tamayo
La aparición de nuevas caras en los cargos importantes del gobierno del cambio generó esperanzas. Luego rebajó a expectativas. Hoy, sigue a la baja.
Ver rostros nuevos ingresando a los carros oficiales mostró que viajábamos por buen camino. Al mirar por el espejo retrovisor la gente consideraba que el presidente Gustavo Petro, les daba la oportunidad a los que usan lavanda y no loción Made In París.
Los perfumados de siempre, los que saltaban de un ministerio a una embajada y de ahí al Banco Mundial, etc, por fin dejaban de tener millonario sueldo estatal. Se les secó la teta burocrática.
Al economista Petro lo critican por nombrar a sus amigos, amigas y miembros de su campaña política. Entonces, ¿a quién nombra? Todos los gobiernos ponen en sus ministerios y cargos a sus allegados. No es el primero ni será el último. Eso de la meritocracia es un cuento barato. Puro brebaje de hechicero.
Nombrar a Guanumen en un cargo diplomático no es sorpresa. Otorgarles contratos a sus familiares puede ser grave y serán las autoridades quienes determinen si es conducta punible. Aunque concluyan que no hay delito, no todo lo legal es correcto.
Lo mismo sucede con un señor llamado Kevin Gómez, quien trabajó con la vicepresidenta Francia Márquez. Lo pusieron con un contrato de 18 millones en Colpensiones. ¿Qué ilegal tiene esa asesoría? Así hay cientos de personas trabajando. Petro ganó y con su gente gobierna. Además, con descuentos, seguridad social, cotización a pensión e impuestos, no recibe neto más de 12 millones. Son muy buenos emolumentos, pero no extravagantes.
Cuando sigue en el cargo un enchufado se corre el riesgo de traición y convertirse en topo. Los funcionarios más peligrosos para un gobierno son los que se acomodan cada 4 años. No tienen principios y son extremadamente lambones. Cambian de criterio con la dirección del viento.
Hay toda clase de funcionarios, por ejemplo: María Isabel Urrutia, la exministra del deporte. El presidente la utilizó para conseguir votos de los deportistas y afros, hasta descalificarla en la primera ronda dizque porque no pasó la prueba. No le dieron tiempo de calentar y sí dejó hirviendo un reguero de contratos que están bajo investigación.
Sobre ese hecho hay un ejército de sabuesos buscando las pruebas, dicen las malas lenguas. Mentiras, no pasará nada porque la medallista olímpica no se tumbó un peso. Resbaló por girar directamente el dinero a las federaciones, brincándose a los Intermediarios. Los que siempre se tumban la plata y la medalla.
Nos referimos a los altos cargos, no a los medianos y menores. Ellos son honestos al trabajo con el jefe que llega, pero, especialmente al pago del mercado, el arriendo, los servicios públicos, la salud y la educación de su familia.
Al levantar el capó para mirar el motor vemos que hay piezas de contrabando y repuestos chiviados.
Es atípico tirar ministros con el carro en movimiento y cuando no han doblado la primera curva. La responsabilidad es del director de la carrera y no del conductor de cada una de las categorías (ministerios). Eso le pasa por aceptar rutas piratas y choferes sin licencia de lealtad.
Es preferible la ministra Corcho, incisiva y frentera; que congresista genuflexo, traidor y pidiendo un instituto de su departamento a cambio de entregar el voto.
El viaje apenas comienza.