Álvaro Ayala
Se supone que habrá elecciones en Venezuela. Posiblemente en el mundo imaginario del presidente Gustavo Petro. Si las hay, ¿quién garantiza que serán transparentes?
¿Se puede confiar en un narcodictador corrupto y asesino, tipo Nicolás Maduro? Obviamente no.
El único que tiene garantías en esta nueva y burda obra de teatro es el gordo de Miraflores.
Los opositores los pone Maduro, las condiciones las pone Maduro, la fecha la pone Maduro, la registraduría la pone Maduro, los auditores serán los “enchufados” de Maduro y el candidato será Maduro. ¿Adivinemos quién ganará?
Enchufado es el término acuñado en el país vecino para describir a los burócratas corruptos nombrados por Maduro. Son los nuevos oligarcas y defensores de su narcoestado.
Bribón, hace exigencias para cumplir. Pide premios para portarse bien el sátrapa de mil demonios.
Le tomó ventaja al poder y como lo usa está muy feliz. De ahí no lo baja nadie. Lo mantienen los militares que son peores. Los otros nuevos ricos de Venezuela son los uniformados, dueños y socios de los negocios clandestinos y tradicionales.
Detrás de cada nueva casa, local, apartamento, comercio, empresa, carro lujoso hay un miembro de la fuerza pública lavando el billete, denuncia la gente decente.
Su último capítulo estuvo relacionado con una purga que adelantó contra la corrupción por los dineros robados a la estatal petrolera. Mentiras, mandó a capturar a sus socios de la orgía millonaria para quedarse con todo.
Además, sabía que algunos de los capturados estaban en negociaciones secretas para entregarse a la justicia norteamericana. Allá se convertirían en gargantas profundas “sapos”, para destapar las maniobras de lavar los dólares del narcotráfico por las tuberías del petróleo.
Toda obra puesta en escena tiene escrito su final. En esta ocasión comenzaron por el epílogo. Los actores se reparto serán traídos de EEUU, Europa y otros lugares recónditos. Todo para darle contexto internacional.
Al final será más de lo mismo. Otros 10 años en el poder del verdugo Maduro. El individuo es un maestro de las artes escénicas, y, como siempre utilizará y se burlará de todos. Hasta del mismísimo Petro, a quien tiene de consueta. Maduro dirá que no pudo cumplir a rajatabla con las partituras de la obra.
Negociar con Maduro es lo mismo que hacerlo con el ELN. En cada gobierno un ensayo para desbocar en un fracaso. Ayudar a solucionar la grave crisis venezolana contribuye a evitar el efecto contagio.
El presidente Gustavo Petro puede tener la mejor intención del mundo y también caerá. Fácilmente le quedará debiendo.
