Álvaro Ayala Tamayo
No podemos hacernos ilusiones que algún día Vladimir Putin será puesto a órdenes de la justicia internacional.
El poder del presidente ruso es muy alto para pensar en una salida de ese tipo y los tribunales internacionales de justicia son una mentira.
La única posibilidad de derrotar a Putin es que su entorno lo traicione y al parecer todos sus asesores y consejeros están más entusiasmados con la guerra que el propio presidente.
Por lo anunciado recientemente, hay alguna esperanza desde Pekín. Hace 15 días el presidente chino, Xi Jinping, levantó el teléfono para comunicarse directamente con su homólogo ucraniano Valodomir Zelenski. Se desconocen los términos de la conversación, pero horas después se conoció que el dragón asiático nombró un mediador. En términos nuestros, un gestor de paz.
Como anécdota sería bueno conocer si los dos presidentes utilizaron teléfono celular, fijo o por videoconferencia desde un computador.
Lo interesante es que en este episodio ya existe un alto grado de confidencialidad, requisito para un buen desenlace. Aunque, no le queda bien a Zelenski tener secretos con China después de haber tenido el apoyo de gran parte de Occidente.
Los gestos de paz no se le pueden rechazar a nadie. Menos cuando se trata de una potencia como China.
Algo novedoso debe estar pensando Xi Jinping, para meterse en semejante conflicto.