Entre Belisario y Petro, ni un metro

1 febrero 2024 3:06 am

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Álvaro Ayala Tamayo

La administración del presidente Gustavo Petro Urrego es como ganarse un tiquete para viajar al triángulo de las Bermudas. No sabemos si llegaremos a puerto seguro, o, si vamos a naufragar. Lo único fijo es que navegamos en aguas turbulentas, en una noche sin estrellas y con el GPS sin pilas.

Después de 40 años, el jefe de Estado terminó parecido al expresidente Belisario Betancur Cuartas. Petro y Betancur comparten el podio de la incapacidad por haber rechazado dos eventos deportivos internacionales que todo país democrático desea realizar. También son siameses porque ninguno construyó el metro de Bogotá, teniendo el poder para hacerlo.

Los graves problemas de inmovilidad hoy en la capital del país son obras de ese par de incompetentes.

Belisario renunció al mundial de fútbol de 1986, luego de que los dirigentes del deporte se la jugaron durante 20 años para conseguirlo. Su disculpa: había que hacer obras, incluido el metro de Bogotá.

Del sujeto Betancur se recuerda que se autopromocionó minero humilde de Amagá y que abandonaría el cargo en el mismo Renault 4 que ingresó. Pajudo, salió en Toyotas blindadas. Resultó un culebrero barato que llamaba a las emisoras a leer poesía dizque para alimentar el espíritu de los colombianos. No leyó los mandamientos de la Constitución que le indicaban su trabajo.  Le quedaron grandes los oficios propios del cargo.

 A las 7 de la mañana se metía el primer amarillo doble y con un montón de seudointelectuales que le hacían coro se ponían a repasar desde Neruda hasta De Greiff.

Mientras se las picaba de vate, el país se derrumbaba. Tanto así, que el grupo terrorista M-19, al que pertenecía el hoy jefe de Estado Gustavo Petro Urrego, se tomó a sangre y fuego el Palacio de Justicia.

Mientras el minero chupaba amarillo, Petro y su bandola terrorista humillaban el poder judicial y la patria. Por esos días, el carretudo presidente se la pasaba promocionando Las Memorias de Adriano, la historia del emperador romano de Marguerite Yourcenar.

Es hora de que al país le digan que cuando Petro y su M-19 asaltaron el Palacio de Justicia, Belisario Betancur Cuartas estaba borracho. Vivía y dormía sus jumas a media cuadra de los hechos sucedidos el 6 de noviembre de 1985. No se dio cuenta y mientras Petro y su banda lanzaban bombas, a Belisario le tuvieron que tirar una bomba de agua con limón, Mejoral,  Alka Seltzer y Sal de Frutas Lúa para despertarlo del guayabo y avisarle.

Los poetas son personas decentes que luchan por el pueblo. No arrogantes y vanidosos que usan la prosa para ocultar sus vicios.

 

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