Los Juegos del Hombre

8 febrero 2024 2:37 am

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Álvaro Ayala Tamayo

Pase lo que pase y haga lo que haga, el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, tiene que permanecer en el cargo hasta las 3 de la tarde del 7 de agosto de 2026. Fue elegido por votación popular y ganó. 

Colombia es un país con alto historial democrático y el futuro debe ser igual. A nadie se le debe ocurrir que el actual jefe de Estado debe abandonar el poder antes de la fecha señalada. Promover su salida anticipada, además de ser un delito, es una locura. Quien lo sueña despierta. 

Nuestro país es muy fuerte y poderoso, capaz de soportar las adversidades de un mal gobierno. Pero, no está en condiciones de romper la democracia y caer en una espiral de violencia que no sabemos hasta cuándo se pueda extender.

No es hora de contar muertos, heridos y saqueos, resultados que dejan siempre las experiencias de ese tipo. Los ánimos están muy encrespados y no debemos repetir los episodios de sangre narrados por nuestros padres y abuelos cuando se mataban entre liberales y conservadores.

Hemos visto cómo Petro y los petristas son malos perdedores y pésimos ganadores. Al presidente no se le puede seguir el juego que promueve en sus redes sociales.

La semana pasada vimos cómo en el Congreso de EEUU citaron a los jefes de algunas empresas tecnológicas para reclamarles por las consecuencias catastróficas que ejercen sobre niños y adolescentes. Se han quedado cortos en las advertencias.  A los adultos también los afectan gravemente las redes sociales. Para poner un mal ejemplo, el doctor Gustavo Petro, es el de mostrar. Los pulgares de nuestro presidente son muy largos.  A conocidos y desconocidos les responde en su cuenta X. 

A todo desadaptado que se quiere hacer famoso le contesta. Lo gradúa. Ese juego se perderá. Hay más tuiteros que cordura. 

Le faltó elegancia y malicia al presidente cuando acudió a la Fiscalía a resolver su disputa en la red con el expresidente Andrés Pastrana. Debió decir que la justicia vive muy ocupada para tener que dirimir ese tipo de nimiedades. Desiste del proceso y queda como príncipe y presidente.  Busca las cámaras de televisión y los fotógrafos, le da la mano a Pastrana Arango, lo invita a tomar café a Palacio para mostrarle cómo han cambiado las cosas y punto final. Todo bonito. 

Quedar bien es más fácil que pelear. Los fiscales y jueces andan muy ocupados y no tienen tiempo de tuitear

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