Álvaro Ayala Tamayo
Al final de cuentas el favorecido con la demora para elegir Fiscal General será el presidente Gustavo Petro Urrego. Bloqueos y presiones a la Corte Suprema de Justicia, trinos del jefe de Estado, gritos de la oposición y del Pacto histérico, son parte del circo montado alrededor de la justicia espectáculo. Para andar sin afanes los magistrados. Para convocar a marchas los petristas y para llevar la contraria, los que no están en el acuerdo nacional.
Tampoco consideramos que la Fiscal General, Martha Mancera y el saliente Francisco Barbosa, sean los demonios que nos quieren vender. Ese proceso no lo compramos.
Por andar tirando trinos, el doctor Petro y sus fans no se han enterado que entre más demoren en nombrar jefe del ente investigador, mayor será su poder hacia el futuro.
El tiempo del Fiscal General es de cuatro años. Son periodos inmodificables a partir del momento en que se posesiona. Eso quiere decir que si la santa Corte demora un año con su blanqueo de votos, doce meses más tendrá el poder en ese importante organismo, el entonces expresidente Gustavo Petro Urrego. El 7 de agosto de 2026, abandonará la Casa de Nariño y si la Fiscal General ( Fiscala Generala ), según lenguaje incluyente, se posesiona el 2 de enero de 2025, su término vencerá el 1 de enero de 2029. Es decir, hasta ese día el expresidente Petro Urrego, extenderá su poder en esos meandros.
Tampoco estamos afirmando que se prevaricará por darle gusto. Todo tiempo tiene su dinámica y los petristas dirán algo, mientras los uribistas lo contrario. Hasta por allá llegarán las controversias. Desde la calle observaremos.
Nada maluco para los líos que tiene y los que le faltan. Son varios los funcionarios y amigos que estarán desfilando por los grises y fríos pasillos del búnker de la Esperanza con 50, en los siguientes años.
Cuando trabajé allí les pregunté a varios indiciados llevados a diligencias: ¿qué sienten? Me siento chiquito, contestaban.
Además, que no se desgaste. Todos, sin excepción, los actuales funcionarios de la fiscalía se la pasan preguntando: ¿Cuándo elegirá la Corte y a quién de las tres nombrará?
Hacen pollas, apuestan almuerzos, les rezan a todos los santos, prometen rebajar la congestión de sus despachos y cuando sale humo blanco, los fiscales y servidores dicen: se lo anticipé, ganó mi favorita. Así se vive internamente ese proceso en todos los despachos de la fiscalía en el país.
La doctora Mancera les importa poco. Están listos para tomar forma con el nuevo jefe, muy suave con una interina.
Las aspirantes Adriana Camargo, Ángela María Buitrago y Amelia Pérez, son competentes y dignas para el cargo y sus exigencias. Son capaces porque se hicieron en esos despachos. Conocen los entresijos de las leyes 600 y 906. Son buenas señoras. Tranquilas y sin apasionamientos. No odian.
Desde el primer fiscal, Gustavo De Greiff, hasta el doctor Barbosa, han dejado una buena huella. Cada uno con su estilo para dirigir ese monstruo. Todos han sido excelentes funcionarios. Igual de bien lo hará la mujer que viene.