Por Iván Restrepo R.
“Dos puntos determinan una línea”, lo repetía con frecuencia mi profesor en la clase de geometría por allá a comienzos de los años 60. El enunciado asaltaba mi mente cada vez que, montado en un bus de la flota Magdalena o del expreso Bolivariano, coronaba el alto de La Línea, como siempre lo llamamos desde épocas inmemoriales. Para todos los que tuvimos el privilegio de criarnos al pie de Los Andes de Quindío (hago eco a la insinuación del Dr. Alberto Gómez, Presidente del Jardín Botánico del Quindío para denominar nuestra cordillera con este hermoso nombre como bien la bautizaron los científicos Humboldt, Bonplandt, Mutis, Caldas y otros).
Eran esos años de niño, en donde una vez comenzábamos a escuchar la socialización de la Vuelta a Colombia en Bicicleta del año en vigor, nuestra mente se centraba en los ídolos de las bielas y de las bicicletas que obvio, en nada se parecen a las de hoy con sus bicicletas de alta tecnología y toda esa parafernalia que se maneja. Por fin partía la carrera y marcábamos en los calendarios el día del paso por nuestro Calarcá y por el premio de montaña de primera categoría: LA LINEA, ¿Cuál más?
Ese día nos despertábamos más temprano que lo normal; desayuno “trancao” y salir para el punto de reunión en el parque de Versalles en Calarcá y comienzo del ascenso a pie, pasando por la Virgen de La Divisa. Luego el paso por la Virgen Negra (la que años recientes decidí rebautizarla “La Michael Jackson” dado que por obra y gracia de alguien que decidió pintarla tan blanca como se ve ahora) para finalmente llegar hasta la cima de la montaña. Ya desde allí tocaba usar el transistor Sanyo pegado a la oreja, escuchar el desarrollo de la competencia y cómo los ánimos se calentaban a medida que Carlos Arturo Rueda, Julio Arrastia Bricka y otros monstruos del periodismo narraban la gesta.
En esos años eran ídolos Ramón Hoyos, Rubén Darío Gómez, Martin Emilio Cochise Rodriguez, Carlos Montoya, Hernán Medina Calderón, El Zipa Forero, Gabriel Halaixt Buitrago, y nuestro ídolo, el de Calarcá, el inolvidable Carmelo Reyes. Con el paso de los años, la vuelta ciclística se fue sofisticando con mejores bicicletas, se modernizaron los transmoviles y la transmisión radial pasó a un segundo plano para dar paso a la TV. Qué agradable es sentarme con mis contemporáneos y recordar aquellas épocas hermosas de La Línea y todos los guerreros que la conquistaron. En otros países estos puntos de referencia han dado pie para un modelo de turismo especializado alrededor del deporte de la bicicleta: Ciclismo Recreativo de Ruta, Ciclo Montañismo y similares. Actualmente el Quindío es un punto de referencia nacional e internacional en este modelo de Turismo/Deporte, al punto tal que contamos con el único hotel especializado en la atención a ciclistas de alto nivel, me refiero al Hotel Casa du Velo, ubicado cerca de Filandia el cual, dado su alto grado de sofisticación y diseño, bien podría ser merecedor a un premio de arquitectura.
A raíz de la tan esperada inauguración del TUNEL DE LA LINEA este 4 de septiembre, invito a ustedes amigos lectores a que entre todos, con sus amigos y familiares, insinuemos a viva voz para que en esta fecha, en el marco del Tour de France, Etapa 8 de Alta Montaña 141.0 Kms (entre Cazeres-sur- Garone y Loudenvielle) los capos de la transmisión de este magno evento mencionen la inauguración del túnel haciendo eco al Quindio y a Calarcá; que tal si esta etapa la gana uno de los nuestros; es para que dedique unas palabras a nuestro túnel. Recordemos que este premio de montaña está dentro de las grandes ligas del mundo del ciclismo, varios de los capos, sudaron la gota gorda a su paso por allí. En lo que a mí respecta procuraré hacer llegar un mensaje a Mario Sábato ya sea directamente o a través de terceros, mencionando este magno acontecimiento.
Dos puntos si determinan una línea y para el caso, estos dos puntos son: Calarcá y Cajamarca.
Hasta la próxima,