Por Iván Restrepo
Gran controversia ha generado en el Quindío la propuesta de convertir en “mega vivero” al Circo Teatro el Bosque de Armenia, como si la capital no tuviera suficientes zonas verdes que bien pueden competir con las de otras capitales de Colombia. Muchos de ustedes amigos lectores han tenido la ocasión de observar cómo, en medio de esa selva de cemento que forman los edificios en cualquiera de los puntos cardinales de la ciudad, sobreviven todavía, pequeñas fincas en donde el transeúnte puede recrearse viendo cafetales, guaduales, ganado, gallinas y más; sus propietarios tendrán sus razones para resistir la embestida sin piedad de ese modernismo avasallador. Este es un argumento válido, como habrá muchos más para reconsiderar la idea de la plaza de toros convertida en un vivero. Nuestra región debe de sentirse orgullosa de contar con el Jardín Botánico del Quindío, al momento, uno de los mayores atractivos de la región para el disfrute de locales y visitantes del resto de Colombia y del extranjero.
Son muchos los cosos taurinos regados por el mundo, convertidos en canchas de tenis y multi deportes, centros comerciales, albergues temporales, mercados públicos y la cuenta sigue. El mundo ha cambiado y lo que otrora fuera un espectáculo con millones de adeptos, hoy en día, con unas nuevas generaciones apáticas a la fiesta brava, congrega menos seguidores, lo que ha llevado a que sus escenarios se empleen para otros menesteres. No podemos de plano dejar de reconocer el sitial que ocupó La Plaza de Toros El Bosque en sus momentos de gloria, fueron muchas las figuras de talla mundial de la tauromaquia que en una soleada tarde de toros al ritmo del pasodoble “Feria Milagro”, encabezaron cuadrilla vestidos con trajes de luces y lentejuelas, dieron el paseíllo en ella para el disfrute de la plaza en pleno, tal como reza el argot: Hasta las banderas.
Insto a nuestras autoridades a considerar otras opciones de un nuevo uso, una de ellas y quizás la más idónea: Un teatro para todo tipo de eventos culturales, desde musicales pasando por teatro, salas de reuniones, exposiciones de pintura, con una cubierta corrediza para disfrutar de los eventos al aire libre. No estaría mal además agregar a esta obra una intervención paisajística que incluya los accesos y todo ese verde que rodea la plaza y que en si es la razón de ser de su nombre: El Bosque.
Siguiendo lo anterior, este se convertiría en ese mega centro cultural digno de ser mostrado a los turistas, que verían en esta obra un valor agregado de altura, de la misma forma que la Mega Estación del Ferrocarril. Qué bueno fuera que la Sociedad Colombiana de Arquitectos – Capitulo Quindío, La Facultad de Arquitectura de La Universidad la Gran Colombia, se manifiesten a este respecto. El sector turístico regional, la cultura, y el arte regional lo verían con muy buenos ojos. Ahora bien, estimo conveniente, como aporte al patrimonio histórico regional, ubicar en alguno de los salones del Mega Centro Cultural un museo taurino, en donde se recree a través de todas las formas lo que representó, para todo el Quindío, La Plaza de Toros El Bosque.
NOTAS AL MARGEN: A la par con todos los que habitamos este mundo, tengo que celebrar enormemente cómo se hace realidad el poder derrotar de plano al perverso COVID19. Lamentablemente, una gran mayoría de nuestras respetables autoridades aprovecharon el momento mediático que estas acciones generaron para convertir esta ocasión en fotos, videos, las fotos toque-codos, choque- puño, declaraciones y vaya usted a saber que más se han inventado por ahí. He tenido la ocasión de ver declaraciones de medios extranjeros como esta: https://www.infobae.com/america/colombia/2021/02/18/fuertes-criticas-de-la-prensa-alemana-al-gobierno-duque-por-manejo-de-la-pandemia-e-inicio-tardio-de-la-vacunacion/
Sentí pena ajena al ver la caravana de camionetas, escoltadas por las motos con sus sirenas, luces encendidas y mucho más. El dinero mal gastado en todo esto, el tiempo perdido para esperar al alto funcionario de turno solo para venir a sostener el brazo del paciente a ser inoculado con la vacuna de la marca de turno, que llegó en una cantidad que a duras penas no representa ni el 1% de las que necesitamos, mientras que ya son muchos los países en donde la vacunación rebasa los millones. Ya están empezando a verse en redes sociales las fotos de los vacunados exhibiendo su carnet, de la misma forma que otros exhiben su ciudadanía gringa, su diploma de bachiller, o la medalla ganada en una de las tantas ferias de condecoraciones tan comunes en nuestro medio.
Definitivamente: ¡Que viva la feria del Pan y Circo!
Hasta la próxima mis apreciados lectores.