ENTRE JOROPOS, GALLINAZA Y POLISOMBRA

6 junio 2021 11:17 pm

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Por Iván Restrepo

Desde tiempos pre pandemia he sabido de grupos de turistas que han decidido abandonar súbitamente el sitio escogido para su alojamiento todo por una mala experiencia al no poder “pegar el ojo” la noche anterior, a causa generalmente de la música emitida desde la finca vecina del lugar en el que se encuentran, en donde llevan a cabo su rumba sin respetar las normas que existen con respecto a los niveles de sonido expresados en decibeles y la hora en que deben de terminarse las celebraciones.

Desde mi perspectiva, la zona que comprende la vía desde la Y hasta el corregimiento de Barcelona siempre se caracterizó por ser una zona de remanso y descanso, al punto tal que suelo promocionarla como una de las “Millas de Oro” que tenemos a nuestro haber en este hermoso Quindío. Resulta que cuando alguien residente en nuestro departamento y principalmente en Armenia desea llevar a cabo una rumba, sea esta matrimonio, cumpleaños, reunión familiar o de amigos, y dado que en los cascos urbanos la norma dice que el tope máximo son las 2 de la mañana, deciden llevar a cabo el encuentro en una de las tantas fincas disponibles en la zona sin tener en cuenta que justo al lado hay un hotel rural con turistas quienes, ávidos de lograr ese sueño y esperando disfrutar de unos días de solaz y esparcimiento, se encuentran precisamente con lo contrario a lo que buscan, al punto tal de optar por salir despavoridos hacia otro sitio en donde se les garantice el descanso esperado.

A lo anteriormente descrito vamos ahora a sumarle otros hechos que están echando al traste con el propósito que nos hemos planteado desde el comienzo, como lo es ser el destino rural por excelencia con el que sueñan quienes optan por nuestra oferta. Estas son algunas situaciones que bien vale la pena tener en cuenta, las cuales son recurrentes en la zona que motiva de esta crónica. Tengo claro qué en esta época, con una economía venida a menos por tantas razones ampliamente conocidas, muchos emprendedores se han visto calzas prietas y han tenido que recurrir a estrategias para generar ingresos, esto todo está muy bien, sin embargo, hay que tener muy en cuenta las normas de convivencia ciudadana ya que no me parece procedente que un domingo tengamos que soportar música a unas horas inapropiadas; si sufrimos los residentes imagínense los turistas.

En ocasiones pasadas hice mucho énfasis a través de una campaña con respecto al uso de la swinglia con alturas por encima de la vista humana, al punto tal que el destino del paisaje cafetero de Colombia lo estamos encerrando en túneles verdes, castrando la vista de las montañas, los cafetales y todo lo hermosamente rural. Pues bien, ahora, no suficiente con lo anterior, no es extraño encontrarse uno con cerramientos de polisombra verde a lado y lado de la carretera, supongo que es para esconder una construcción llevada a cabo a la ligera.

Ni que decir de los olores nauseabundos originados desde las fincas en donde se crían pollos, los cuales se sienten mayormente en una hora de la mañana y en la tarde; paso la voz para que la CRQ y las entidades que tienen que ver con todo lo expuesto anteriormente, se sirvan poner cartas en el asunto para que todos podamos convivir en armonía. Me imagino que muchos de ustedes, amigos lectores, identifican estas situaciones con otros destinos rurales de la región.

Seamos consecuentes con nuestros vecinos y aprendamos a vivir en armonía, si seguimos así, estamos asestándole un duro golpe al turismo rural de nuestro hermoso Quindío Turístico.

Hasta la próxima,

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