Una historia de impostores

26 diciembre 2022 8:33 am

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Por Iván Restrepo

Primer lunes post Navidad. Que mejor fecha para traer a esta columna un tema que hasta nosotros ha permeado como lo es la suplantación de personajes; inventarse una identidad falsa o hacer creer a la gente que se poseen conocimientos o capacitaciones nunca estudiadas ni profesadas. Esto último en nuestro medio suele darse con frecuencia.

En el medio colombiano el caso mas conocido es el del “Embajador de la India”, acaecido en la ciudad de Neiva, en la segunda semana del año 1962, es decir, hace 60 años. Es recordado este episodio por cómo, por mera casualidad, un joven seminarista se burló y se gozó hasta lo más granado de las clases dirigentes y empresariales de una Neiva que por aquel entonces era una pequeña ciudad con pretensiones de urbe de segundo nivel en el ámbito colombiano.

Jaime Torres Ortiz es el nombre del seminarista que se hizo pasar por embajador de la India y engañó a toda una ciudad en una época en la que el país no tenía relaciones diplomáticas con el país asiático. Aún el país recuerda los ires y venires en la capital opita del Señor Embajador Señor “Shri Lacshama Dharhamhhaj” nombre este inventado por el Seminarista Torres quien, a la sazón, llevaba 4 años de sus estudios en el seminario de la diocesis de Garzón. Persona culta, políglota, virtuoso del violín, quien solo pretendía pasarse unos días de asueto en Neiva. En el tren que lo llevaba, allí nuestro personaje de marras entabló conversación con un comerciante y, en medio de la conversación, Torres le manifestó que él era el embajador de la India en Bogotá y que venía de incógnito a pasar unos días de asueto en tierra opita, pidiéndole el favor que le guardara el secreto pues no deseaba que nadie se enterara.

Parece ser que comerciante de esta historia no fue capaz de guardar el secreto y corrió a pregonarlo, comenzando con el Secretario de Gobierno, para ponerlo en contexto del ilustre visitante. Al Hotel donde se hospedaba el personaje, llegaron empresarios, banqueros y delegados del gobierno local; los carros oficiales fueron puestos a la orden del embajador y hasta se diseñó una nutrida agenda de eventos sociales para agasajar al personaje. Todo transcurría muy bien hasta el cuarto día cuando la farsa quedó al desnudo: Un condiscípulo suyo del seminario lo descubrió y le gritó:

 “¡Ole Jaime! ¿Qué hace por acá?” 

“¿Cuál Jaime?, respete que es el embajador de la India” se oyó decir entre la multitud

“Embajador nada, yo soy seminarista y él es compañero mío” – alegó el joven.

La historia del mundo está llena de personajes similares al anterior, los invito a que vayan más allá y lean al respecto: https://www.muyhistoria.es/curiosidades/fotos/grandes-impostores-de-la-historia

En el ámbito local, hay una historia muy parecida a la anterior, en donde una apreciada líder liberal, cuando era gobernadora del Quindío atendió “a todo taco” –como se dice en el argot popular—a tres supuestos hijos de unos ministros de la capital en una versión de las fiestas aniversarias de Calarcá. Aspiro en algún momento poderles contar esta crónica con Pelos y Señales”.

En varias ocasiones he recomendado a mis colegas del quehacer turístico regional que no se dejen embaucar, son muchas las veces que acá vienen personajes de visita de inspección o en Fam Trips que nada tienen que ver en la toma de decisiones de viajes a la región. Por favor, prospecten a los que vienen, qué hacen y cuál es el cargo en su respectiva empresa.

 

Hasta la próxima,

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