Iván Restrepo R.
En el pasado, los visitantes o turistas, cuando iban a un destino que no fuera su lugar de residencia, dedicaban parte de su tiempo a ver, contemplar y, al final, comprar artesanías, dulces, licores, ropa y cuanto era promocionado como típico y característico del lugar visitado. Unas décadas después, pareciera que no les era suficiente con la compra del artículo que deseaban llevar, razón por la cual los fabricantes abrieron sus talleres y fábricas para enseñar a sus visitantes, –compradores en potencia— el proceso de elaboración de los productos. Ante esta situación, los potenciales compradores pedían más, razón por la cual a los artesanos y fabricantes se les ocurrió la brillante idea de involucrar a los compradores en el proceso de confección y fabricación y, de esta forma, llevar consigo el anhelado producto del cual ellos se convirtieron en arte y parte. Esta última etapa de la evolución tiene que ver con lo que quiero compartir hoy: TURISMO EXPERIENCIAL O DE EXPERIENCIAS.
El turismo experiencial es aquel turismo que se basa en las emociones y los sentimientos de los viajeros como eje de las actividades que se lleven a cabo. Este tipo de turismo ha entrado pisando fuerte en diversas áreas. Se trata principalmente de intensificar las experiencias vividas en cada viaje.
Las actividades que se ofrecen en el turismo experiencial tienden a ser poco convencionales y a convertir cada experiencia en única e inigualable.
Las actividades que se ofrecen en el turismo experiencial tienden a ser poco convencionales y a convertir cada experiencia en única e inigualable.
Sin embargo, ¿Se trata de una tendencia temporal o es una nueva forma de viajar que viene para quedarse? Este tipo de turismo está enfocado principalmente a sentir cada instante del recorrido del viajero en sus vacaciones. Se trata de dar un nuevo significado a los lugares visitados en la vida del viajero.
El turismo de las emociones deja de lado el típico turismo de masas donde se visitan los lugares más conocidos y se observa todo de forma superficial. Ahora la propuesta es adentrarse en el lugar visitado y hacer que el propio viajero forme parte de aquel lugar que visita.
De esta forma, ya no se trata de visitar un antiguo pueblo aborigen sino de conocer con detalle cómo vivían los aborígenes, por ejemplo, ¡Reviviendo su forma de preparar la comida!
(Tomado de sendaecoway.com)
Hace unos años estuve en la idílica Mompox atendiendo una invitación para asesorar un proyecto basado casi en su totalidad en esta modalidad de turismo. Mompox es ampliamente conocido por el arte de tejer hilos de plata y de oro que conforman el arte de la filigrana. Los artesanos me invitaron a participar de esta inolvidable experiencia; lo mismo pasó cuando me llevaron a la fábrica del tradicional queso de capa, para rematar horas mas tarde en una carpintería dedicada a la restauración de muebles antiguos, uno de los grandes atractivos de Mompox, ya que muchas de sus casas albergan en su interior verdaderos tesoros de muebles cuya fabricación data de siglos.
La atención a los más mínimos detalles son los que hacen del turismo experiencial su razón de ser que no es otra que perpetuar en la mente del viajero lo que vivió, vio y experimentó y que posteriormente lo compartirá con los suyos muchos años por venir. Este enunciado es lo que hace realidad aquello que el mejor vehículo de promoción es el boca a boca, lo que los entendidos denominan WOM (Word Of Mouth).
Por ser esta una modalidad de turismo único, alejada del perverso concepto de turismo masivo, invitó a los actores del sector a que escarben en sus mentes y busquen nuevas formas de llevar a cabo actividades que puedan ser excelentes ejemplos, tales como gastronomía, artesanías, recrear épocas pasadas, arte, etc.
El Quindío tiene un excelente embajador en la Madre Patria, mi amigo José Cantero, experto como el que más en estas lides del turismo experiencial; sigamos sus pasos, de esta forma podremos decir al mundo:
“QUINDÍO POTENCIA MUNDIAL DEL TURISMO EXPERIENCIAL”
Hasta la próxima,