Si eso que dicen de que la reencarnación existe, y me tocase decidir qué profesión elegir, definitivamente escogería ser de nuevo Hotelero (sin descartar, por supuesto, ser futbolista, siempre y cuando venga con las habilidades necesarias para este ultimo caso). Son muchas las satisfacciones que la profesión escogida me deparó, entre las que destaco la posibilidad de haber trabajado en casi una decena de países. Dentro de la hotelería elegí además especializarme en el área de Mercadeo y Ventas lo cual me permitió además recorrer el mundo promocionando los hoteles y las cadenas que a bien tuve la oportunidad de representar.
La hotelería de hoy dista mucho de aquella que ejercí a comienzos de mi carrera por allá a comienzos de los años 70´s, cuando la tecnología aplicada estaba en pañales. Al no existir internet, muchos procesos eran manuales y requerían de mucho aprendizaje por parte de quienes elegimos esta profesión. A continuación, les quiero presentar algunas comparaciones para que millennials y centennials que me leen, saquen sus propias conclusiones.
Todo comenzó por allá a comienzos de 1.969, cuando entré por la puerta grande de un hotel (la de atrás por supuesto, por la que entraba también el camión con los insumos para el restaurante, el repartidor de la lencería para las habitaciones, el carro maloliente, el de la basura y obvio, el personal del hotel repartido en 3 turnos diarios). Algunos de ustedes se preguntarán en donde sucedía todo esto: El Sheraton Russell Hotel ubicado en la calle 37 esquina con Park Avenue, en el exclusivo sector de Murray Hill en Manhattan en NYC.
Aquel hotel de 137 habitaciones, muy exclusivo, era generalmente elegido por el mercado corporativo, que lo escogía por estar en esta exclusiva zona. Podría asegurar que el 50% de sus huéspedes eran lo que en el argot llamamos “Repeat Guests” o sea el cliente repetitivo. Con el correr de los días tuve oportunidad de granjear amistad con muchos de ellos desde mi posición de “botones” del hotel (Esta palabra en singular es también botones). Como detalle especial de esta época, recuerdo que las maletas no tenían ruedas, por lo tanto, me volví experto en cargarme hasta seis en un solo envión. Obvio, mientras más maletas, más robusta era la propina, así que yo me sentía mas a gusto cuando era mayor el número de maletas que tenía que cargar.
Este hotel, durante mis 3 años allí, fue la escuela en donde aprendí como funciona la Recepción, Ama de Llaves, Conserjería, Auditoria Nocturna, Teléfonos, y otras áreas de un hotel. Ya verán ustedes, queridos lectores, porqué les digo que dentro de un hotel no hay “Rutinas que valgan”.
Luego de esa primera experiencia, tuve la ocasión de intercalar mis estudios en la Universidad Externado de Colombia desde la carrera de Hotelería y Turismo año 1976 hasta 1981 con mi vinculación al antiguo Hotel Hilton de la 32 con 7ª en la ciudad de Bogotá. Tengo que agradecer sobre manera a esta cadena que me catapultó a la hotelería de las grandes ligas y me abrió las puertas al mundo mundial de esta, mi profesión y pasión, la cual, a pesar de estar pensionado, me brinda la oportunidad de compartir mi vasta experiencia con todos estos Millennials y Centennials que quieren saber cómo sacar provecho a todo lo bueno que brinda la profesión.
El destino me brindó la oportunidad a estas alturas de hacer empresa con un gran colega de profesión, alguien que también ha trasegado por las esferas de las grandes ligas de la Hotelería en Asia, Europa, América y el Caribe, él es Hernan Vanegas, mi socio en nuestra empresa, radicada en la Cámara de Comercio de Calarcá: ZONA DEL CAFÉ SAS, desde donde prestamos asesorías de todo tipo en este mundo del hotelería y el turismo.
BREVES DEL QUINDÍO: Éxito total se apuntaron los organizadores de EXPOFLORA 2024 y el JARDÍN BOTANICO DEL QUINDÍO. Por lo que escucho, todo salió a pedir de boca; felicitaciones para todos y cada uno de quienes tuvieron que ver con este magno evento. Estoy seguro que el Jardín Botánico nos va a deparar gratas sorpresas con el correr de este año.
Hasta la próxima,