Todos quieren la paz, y para asegurarla, fabrican más armas que nunca (Antonio Mingote)
El último día del mes de septiembre, una triste noticia no nos sorprendió. Para nada. En las redes, empezaron a poner fotos y vídeos del asesinato de 3 policías que hacían una ronda. No he podido saber por qué a muchos les encanta el morbo y mientras ponen y reenvían fotos y videos, consideran que están dando una noticia, como si a las familias no les doliera en el fondo de su alma el drama que están viviendo.
Pero no importa. Es bueno para muchos publicar, repetir, reenviar esas fotos llenas de sangre de pueblo a través de las redes sociales. Para que la gente vea, mire, revise y se quede tranquila, porque nada sucede. Solamente son 3 más de los muchos que ha habido y habrá.
Lo más triste, fue el vídeo donde se aprecias jóvenes, mujeres y diferentes personas, saqueando el vehículo donde iban los policías. No importa. Ya estaban muertos. No necesitaban nada de lo que tenían. Imagino que así pensaron quienes se acercaron al carro.
Eso sucede siempre. Cuando hay un accidente y re registran muertos, acuden los gallinazos a ver qué pueden llevarse. Llega primero, pero no a colaborar, a ayudar, sino a robar. Aunque haya personas agonizando, ni se les ocurre sacarlos de un bus, un camión, un carro, sino ver qué pueden llevarse, escapar y luego, pedir ayuda.
¿En qué nos hemos convertido? La gente saqueando el carro donde murieron tres policías. Unos malvados los asesinaron y otros robaron.
Los asesinos huyeron, llegaron otros y robaron. Se grabaron, pero nada pasa. Estamos enseñados a que nos dan la noticia y nos quedamos tranquilos. Estamos enseñados, narcotizados, calmados.
Ya no sentimos el dolor ajeno, no respetamos a los muertos, no sentimos ira por nada. ¿A quién le importa si matan o roban? La gente prefiere tomar fotos o vídeos y subirlos a las redes. ¿Para qué? Para que todos se den cuenta que esos valores como el respeto, la generosidad, la compasión, la honestidad se han ido perdiendo, desapareciendo.
Somos indolentes ante lo que sucede. Ante esas fotos, esos vídeos, tanto dolor.
Se habla de paz, dejación de armas, silencio de fusiles y mucho más. Se firman documentos, pero sabemos que esa no es la paz que necesitamos.
La paz no se hace con odio, rencor, envidia, intolerancia, burla, morbo. La paz se hace con respeto por uno y por el otro. La paz se grita desde el interior de cada uno. La paz no es lo que vemos a diario en las redes sociales cuando hay una frase de alguien y las respuestas no se hacen esperar, vomitando fuego, pasión descontrolada, ira.
Pareciera como si nunca fuésemos a entender que la vida es una y cada persona merece vivirla en paz, con su familia, sus amigos.
Matar y robar, dos verbos que se siguen conjugando en lugar de borrarlos de raíz. Pero, muchos creen que es la mejor forma de demostrar superioridad, poderío.
Los gritos no ayudan, entorpecen la paz y comienza la violencia. Un ejemplo claro, el fiscal y Claudia López, discutiendo, en lugar de acercarse. Los gritos alejan y destruyen.
¿Nos destruimos sin querer? ¿Por qué somos así?