Cuando Margarita Rosa Toro Arango creó, formó, inició, comenzó el grupo La Patota en Facebook, ingresé teniendo en cuenta que hay muchos grupos de diferente índole y este, además de tener un nombre simpático, me daba a entender que iba a recordar momentos especiales, gracias a ese nombre: La Patota.
Aunque hay varias definiciones de Patota, me quedo con esta: Grupo de amigos que se reúne con frecuencia y suele hacer actividades comunes. Porque, en verdad, resultó ser así.
La noche del sábado 16 de diciembre, programaron una reunión para el primer día de la novena y se me ocurrió escribir: Veeee, pero no invitan…..Inmediatamente, la respuesta de Gustavo Adolfo Ramírez Quintero no se hizo esperar: “LO INVITAMOS 2 AÑOS SEGUIDOS. NO HEMOS DESFALLECIDO. ES LA PENA DE HACERLO PUES PENSAMOS QUE LO ESTÁBAMOS ERA MOLESTANDO, APRECIADO POR TODOS MANUEL. HOY SABADO 16 CELEBRAMOS LA NAVIDAD. DE NUEVO NUESTRO PROFUNDO DESEO DE QUE NOS ACOMPANE LO MANIFESTAMOS”…
Ante esta respuesta, decidí asistir, pues era justo que lo hiciera. ¡Oh sorpresa! Un grupo lleno de energía, vida, alegría, sonrisas estaba reunido y continuaban llegando invitados a la celebración.
Los saludé, abracé, me felicitaban por haber ido por primera vez en dos años. Agradecí sinceramente y comprobé que La Patota sí es La Patota. Es decir, a pesar de que en La Patota hay más de 5.100 miembros, los que asisten a las diferentes reuniones programadas son 40 o más. Y son constantes, son fieles a las reuniones, cumpleaños, fiestas, amigos secretos, Navidad.
Esa es una verdadera Patota, gracias a Margarita Rosa Toro, gracias a Gustavo Adolfo Ramírez Quintero y a quienes no desmayan y mes a mes riegan ese árbol de la amistad que sembraron hace poco más de dos años y que no quieren sino que continúe creciendo y fomentando la verdadera amistad.
Un grupo que tiene como clave la amistad, el compañerismo, el respeto irrespetuoso, gracias a que reinan los valores en esa familia llamada Patota.
Comprendí que me estaba perdiendo de algo especial, integrado por personas sencillas, sinceras, agradables, entusiastas y demasiado comprensibles.
Por ello, creo en La Patota y su gente. En esa gente que es fiel con el grupo y que desde hace más de 700 días se comunican, van y vienen con un solo objetivo: fomentar los vínculos de amistad. Una amistad que vale la pena y que tanto se requiere en este convulsionado mundo, donde muchos valores están desvalorizados.
Este grupo de La Patota siembra cada día amistad en los corazones de sus integrantes. Es una verdadera Patota.
Por ello, esta columna está dedicada a un grupo muy especial en Facebook. Un grupo que salió del amor de una mujer y de su verdadera amistad por los amigos.
La Patota es, definitivamente, un grupo supercalifragilísticoespialidoso, como lo define Marcela Nicholls
