EL MICRORRELATO 1

11 octubre 2021 12:43 am

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BREVE ANÁLISIS

Carlos Alberto Agudelo Arcila

I

Los cuentos son historia, mito, ficción y como tal existen para ser leídos durante cierto tiempo, ya sea a través de una página, en algunos folios, en volúmenes extensos.

En este género tradicional acaecen diversas ramificaciones, las cuales, por su contenido, por el punto marginado en el espacio, por el destino en que intervienen sus personajes, por el tiempo paralelo a la realidad, por su misión incierta, por su infraestructura, por su matiz, por su explosiva coexistencia van teniendo nombre muy personal, al grado de parecer distantes unas de otras, hasta vérsele como si fuese un nuevo arquetipo de la narración nutrido de cánones propios. Especie de auto revitalización, ramas de aparente inconexión al encarnar su esencia genuina en supuesta nueva bibliografía. Hablo de una heterogénea perspectiva del cuento, como si esta supuesta dilatación fuese una ficción más, sin serlo.

Entre estas subdivisiones existe el cuento corto o también llamado minicuento, relato corto, cuasi cuentos, hiperbreves, microficciones, cuentos mínimos, relatos bonsái, textículos, relatos pigmeos, relatos vertiginosos (Lo utilizó Lauro Zavala como título de uno de sus libros), ficciones súbitas, cuentos alígeros, cuento fantástico y muchos otros nombres de hermoso relieve, dados según el gusto de sus estudiosos, quienes son artífices de una historiografía subjetiva del arte de escribir narraciones breves. Cabe anotar que a esta literatura vanguardista tratan de abatirla con críticas destructivas, males intencionados con una mofa hiriente hacia el “prosista” del cuento breve. Se sindica a estos audaces de la brevedad de ser incapaces de ejercer la imaginación al circunscribir la palabra en contadas líneas, de pereza mental. Los anteriores sarcasmos se rebaten con el pronunciamiento de Julio Cortázar, uno de los mayores exponentes de la teoría del cuento, maestro del mismo, cuando “comparaba al cuento con una esfera; es algo, decía, que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos”. Esta reflexión es aplicable en la minificción en relación al cuento extenso, en el haiku-poesía de 17 sílabas- respecto al poema largo, el aforismo en proporción al ensayo, etc. En conclusión, un cuento no tiene valor de cuento por el solo hecho de ser narrado en episodios inacabables, aburridos, inconsistentes, merecedores de ser lanzados al olvido. En este caso, el auténtico cuento es indiscutible, penetra, recrea, desentraña, se afirma en el vértigo o se mimetiza de cualquier circunstancia. De forma categórica el cuento debe cumplir con la premisa de ser cuento, así de sencillo, de narrar y dejarnos con el asombro a cuestas, no importa si se blinda de extensión o brevedad. Es absurdo y deplorable observar cómo el desdén, contra tan extraordinaria escritura, promueve la no lectura de microrrelatos.

Esta sinopsis no pretende ser un estudio profundo del cuento corto. Existen especialistas de esta materia los cuales tienen años de disertaciones, de reflexión indiscutible, de elementos de juicio concluyentes, a quienes debo respeto y admiración. Para mí, la literatura es lúdica, juego con la noche, con el aire, con la manzana, con la palabra, alucino y escribo el agua, bebo la escritura, en fin, solo invito a leer cuentos cortos en tiempos cortos, para entrar a recrear nuestros sentidos después de la hora exacta de un siglo cualquiera…

Ejemplos de microrrelatos:

JULIO CORTÁZAR

INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA A UN RELOJ

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan. ¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa"

MAX-AUB

HABLABA Y HABLABA

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

Tres versiones de un microrrelato:

Primera versión:

YALAL AL- DIN RUMI

SALOMÓN Y AZRAEL

Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos.

Salomón le preguntó:

-¿Por qué estás en ese estado?

Y el hombre le respondió:

-Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. ¡Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!

Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Y, al día siguiente, el profeta preguntó a Azrael:

-¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, que es un fiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.

Azrael respondió:

-Ha interpretado mal mi mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India, y me dije: ¿Cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?

Segunda versión:

JEAN COCTEAU

EL GESTO DE LA MUERTE

Un joven jardinero persa dice a su príncipe:

-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

Tercera versión:

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

LA MUERTE EN SAMARRA

El criado llega aterrorizado a casa de su amo.

—Señor —dice— he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza.

El amo le da un caballo y dinero, y le dice:

—Huye a Samarra.

El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra la Muerte en el mercado.

—Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza —dice.

—No era de amenaza —responde la Muerte— sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.

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