Carlos Alberto Agudelo Arcila
… a la redonda elevado a su propia inmensidad. Grito y eco y mutismo. Todo y nada magistral. Magistral gota sobre el lienzo. Ficción del caminante sin rumbo. Aquí se hornea mientras allá se volatiliza. Cientos de trinos se paralizan junto al aire de los moribundos. El destino es así unos van y otros vienen y algunos permanecen quietos en un mismo sitio hasta morir de sed junto a la pila de agua bendita en el parque central del pueblo de los soñadores.
Carlos Alberto
Se calcifica el acontecer de una sombra en el pasillo donde la paloma tuerta deja caer su mirada izquierda sobre el ruido espectral detrás de la portezuela última del cuarto vacío donde están cientos de camas sin tender y las cortinas cerradas desde hace más de seis décadas. La paloma mira de frente al inquilino del orbe de pronto alza vuelo y se dirige al sitio más oscuro de la habitación contigua para desaparecer por unos años no sin antes dejar huellas de su aleteo en la última etapa de la tarde.
Margarita
Proyecta no resbalar cuando pise la cáscara de banano en la bolsa de valores. Urde su plan desde un farol imposible de encenderse. Todo saldrá perfecto si la cáscara de banano se encuentra en la bolsa de valores y si el farol permanece imposible de encenderse.
Carlos Alberto
De sus labios brota el vocablo ave de improviso la palabra le da vuelo al cóndor hasta hacerlo llegar al techo de la casa donde habitan los demiurgos. Rápido emergen lenguajes inéditos. Tiemblan el animal rupestre y el hombre invisible. Las ánimas se expanden por el cauce del río de los espejos hasta ver reflejadas carnalidades de ellas mismas.
Margarita
…barraquero y sinsonte cantan la unión de labios ocultos bajo la hoja de llantén. Nadie tiene afán de observar el iceberg de adjetivos incoherentes incrustados en su costilla derecha. Camina despacio y hala su propia sombra con la cuerda vocal de su tráquea.
Carlos Alberto
Difícil entender la partícula de polvo en el ventanal por donde penetran tiempos de tiempos hasta acumularse como polvo eres en cuerpos listos a salir por la puerta de una pintura de Dalí. Organismos ideales para fraguar el rojo vivo y el verde reluciente de rosas y pastizales extensos como la mañana aquella cuando empezaron a caer gotas de lluvia sobre tablas de piedras donde se grabó el maullido surrealista.
Él
Guardemos el aguacero para el jueves…
Ella
¿Y si César Vallejo no llega?
Carlos Alberto
Si no llega es porque “…el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.” y no permite el paso del poeta desde un domingo hacia la caída del siglo con ráfagas de espuma y llanto en su omóplato. Acaso padezca de luna llena en el hueso central de su esqueleto empapado de suspiros. De improviso el humo tose un hombre enfermo de fumarse el día junto a la corona de hormigas en el ciprés de la casa por construirse al frente de los César Vallejo en la extensión del hambre.
Margarita
El jugo de verduras está listo para darle de beber al sediento y a los “heraldos negros” o a “los potros de bárbaros atilas” a Cristo cuando resucita en cada amanecer del labriego.
Carlos Alberto
Se eleva a su propia inmensidad la página en blanco.
Margarita
No es razonable escribir el desagüe de cada palabra. El ojo ciego es transversal a la muerte. Nadie… Todos… Escampa… Una sombrilla…
*Capitulo de la novela surrealista Martes de nunca llegar