Carlos Alberto Agudelo Arcila
I
Desde antes de ser Gustavo Petro ganador de la presidencia de Colombia, la ultraderecha tenía temor de la llegada del político progresista a la Casa de Nariño, por esto la clase dominante se anticipó en fraguar un plan de desestabilización frente a un posible gobierno de izquierda. El método tétrico, porque solo piensa en salvar su poder opresor sin importarle el 90% de la población colombiana, consiste en minar a toda costa el proceso de cambio del nuevo gobierno, promover la difamación contra el presidente y su administración en general, crear zozobra a través de la radio, televisión, prensa y otros medios de comunicación a favor del neoliberalismo y algunos empresarios corruptos, como los Sarmiento Ángulo condenados en Estados Unidos por el caso Odebrecht mientras en Colombia cometieron el delito sin sucederle sentencia alguna, impulsar el golpe de Estado blando cuyo libreto lo aprendieron de memoria, punto por punto, corruptos frescos, latifundistas amigos del paramilitarismo, politiqueros de primera, segunda, tercera y última clase, estilo Álvaro Uribe Vélez, Andrés Pastrana, César Gaviria, Germán Vargas Lleras, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, los pajes Polo Polo, J.P. Hernández y tantos otros politiqueros sin ética alguna, vendidos siempre al mejor postor.
Los golpes de Estado blando, expresión atribuida al politólogo estadounidense Gene Sharp, casi siempre utilizan una guerra jurídica o una guerra judicial, se trata de derrocar o desestabilizar el gobierno no acorde con sus intereses capitalistas. Según Sharp, autor del ensayo «De la dictadura a la democracia», considera que la estrategia se puede ejecutar en cinco pasos:
- La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores.
- La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder.
- La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
- La cuarta etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de "ingobernabilidad".
- La quinta y última etapa tiene por objeto forzar la renuncia del presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.
En esta forma, fueron acusados de corrupción los expresidentes izquierdistas Luis Ignacio Lula de Silva. Rafael Correa, hasta ahora no ha vuelto al Ecuador por persecución política. Pedro Castillo del Perú, etc.
El presidente Gustavo Petro, con su prodigiosa actitud humanista a favor de las clases sociales media y pobre, es una amenaza constante para los intereses de quienes son dueños del poder político, económico y social de nuestro país, del mismo modo para los imperios ultraderechistas, empeñados en perpetuar su capacidad delictuosa a las arcas públicas de esta nación convertida, por estos sátrapas, en la más desigual del mundo.
Desde el mismo instante de saberse ganador un candidato de izquierda, se inicia la guerra de desestabilización a su gobierno. De una u otra forma se conspira, se urden planes maquiavélicos con el fin de derrocar presidentes renovadores del sistema explotador. En Chile sucedió con Salvador Allende, admirable hombre del pueblo acribillado de manera cobarde y miserable, año 1973, por órdenes del presidente criminal estadounidense Richard Nixon quien gritó la nefasta frase “haremos chillar la economía chilena”, del sanguinario secretario de Estado Henry Kissinger y del no menos malévolo director de la CIA Richard Helms, con la complicidad de la oligarquía, de esta región suramericana, impusieron un dictador macabro como fue el general del ejercito Augusto Pinochet. Golpe violento a la libertad de expresión y al voto popular, auspiciador de la violación de los derechos humanos.
Y nada sucede con aquellos violadores de nuestra democracia, por medio del sufragio comprado, con los corruptos en los entes gubernamentales, con los políticos sujetados en el poder quienes de manera cínica se atreven a dar clases de moral, con los exmandatarios ladrones listos a dejar un déficit fiscal exorbitante porque los dineros se desviaron a sus cuentas bancarias blindadas en el extranjero o por su fuero de expresidentes y tantos otros defraudadores de las arcas públicas.
Preguntas con una respuesta sencilla
¿Por qué el expresidente Uribe, sus hijos y quienes pertenecen a esta cofradía delincuencial permanecen impunes? ¿Por qué el actual fiscal no asume su verdadera función como tal y no va a fondo en el proceso criminal de los anteriores sindicados? ¿Por qué el caso de óscar Iván Zuluaga y su hijo quedó en silencio? ¿Por qué el robo a Ecopetrol, 80 millones de dólares, no se convirtió en noticia de mayor relevancia y sí el robo de la niñera de Laura Saravia por 150 millones de pesos? ¿Por qué $22.000 millones se desembolsaron en el gobierno Duque a personas fallecidas y el delito quedó impune? ¿Por qué el desfalco de la SAE en un 57?70% de los bienes tampoco transcendió, donde estaba involucrada la mamá del expresidente Iván Duque? ¿Por qué Álvaro Uribe Vélez sigue en libertad a pesar de estar clara su vinculación con el narcotráfico y con grupos paramilitares? ¿Por qué los 6402 asesinatos extrajudiciales por parte de su gobierno no son motivo para encarcelar al asesino Uribe Vélez? ¿Por qué Tomás y Jerónimo, hijos del expresidiario y expresidente Uribe Vélez, continúan con sus negocios de dudoso origen en libertad? ¿Por qué…?
Sencillo, porque el fiscal Barbosa y la procuradora cabellos y demás entes investigadores son uribistas.
Por el contrario, no quedará impune el hijo del presidente, tampoco su exesposa, si llegaron a ser parte de algún entramado criminal, porque Gustavo Petro no encubrirá ningún proceder delictivo, así sea su primogénito quien está incriminado, porque Petro no es un Uribe encubridor.
Desde luego, para el uribismo el solo hecho de haber detenido, con bombos y platillos, al hijo del presidente y su exesposa, los convierte en cosa juzgada, característica constante de esta secta de la politiquería colombiana, caterva hipócrita, sin tener a su favor moral alguna para juzgar. El fiscal Barbosa fue diligente en dicho asunto, se convirtió de ipso facto en un hombre “probo”, en paladín de la justicia. Ahora debe estar tranquilo y sentirse con el derecho de dejar engavetado cuanto expediente exista contra Álvaro Uribe Vélez y sus secuaces, mientras se embolsilla este supuesto gran triunfo para irse en su avión privado – ¿de él? – a celebrar la caída del hijo de su principal enemigo: Gustavo Petro Urrego. Debido a los delirios de grandeza de este fiscal, se cree amo de la justicia y la maneja a su favor, pierde el sentido de objetividad, se vuelve nulo su olfato de investigador serio, no es coherente ante cualquier pesquisa hacia sus aliados delincuenciales, fue defensor a ultranza de su jefe Uribe Vélez, algo nunca visto en el derecho penal, un fiscal listo a defender al acusado. En el maderamen uribista todo puede suceder, menos el bien.