Carlos Alberto Agudelo Arcila
RESTA CASAS, hasta quedar campos abiertos sin dónde ingresar a inquirir ansiedades.
ESCRIBIR UN libro donde no suceda nada, o de repente la catástrofe del diario vivir.
SOMBRAS DE sombras deletrean palabras vacías.
SALDRÁ ADELANTE con ese uno más uno menos dos…
EN EL salón de ángeles y arcángeles pernoctan locos.
¿Y si además de resbalar la gota de lluvia por la cara del cínico también rueda por su rostro su rostro a chorros?
BARRE LA casa en el caparazón de la tortuga.
ANTES DEL eco de los cascos, llega el caballo y luego la voz de un jinete.
REGRESARÁ A su lecho, la ninfa del río evaporado.
LA NIEBLA de hoy elimina la algarabía de un hombre en la calle.
BOCAS PARA llevar a la cruz del silencio.
COLIBRÍES ENTERNECEN el alma del descuartizador.
DEMAGOGIAS DE pavimento a la suela rota.
SE VOLATILIZÓ el caballo, mientras descansaba sobre la gota de rocío en la pradera.
LA TORMENTA fragua la mirada del gusano, en el momento de recorrer el cadáver del felino.
LA CENICIENTA quiebra sus zapatillas de cristal, de tanto buscar la gallina de los huevos de oro.
TARDE Y eclipse caminan con bordón, por el empedrado de la eternidad.
EL VIENTO de este día se mece en el viento aves cantoras.
SE AFERRA del aire imposible de respirar.
EL AROMA flaquea en el pórtico del basurero.