La presencia del virus de la Enfermedad de Newcastle en algunas explotaciones avícolas del departamento de Cundinamarca no puede pasar desapercibida, no sólo porque causa algunas molestias en los humanos, sino porque pone en jaque la producción avícola nacional.
Desde su reconocimiento original en 1920, en Inglaterra, esta enfermedad se caracteriza por su gran poder de difusión, alta mortalidad, gran morbilidad y producción de cuantiosas pérdidas económicas (Aycardi:1967); se detectó, por primera vez, en Colombia, en 1951 y de ahí en adelante se han presentado numerosos brotes con diferentes formas clínicas. La enfermedad se produce en todo el mundo en diversas aves domésticas y silvestres y, a veces, como conjuntivitis inducida en el hombre; es una zoonosis muy leve (o sea, una enfermedad animal que puede infectar a los humanos) y puede causar conjuntivitis en los humanos, pero suele ser muy leve y limitada, por lo tanto, hay que disminuir el temor promovido por el aspaviento de los medios de comunicación.
En las aves, los signos pueden ser respiratorios o nerviosos, o ambos; entre los primeros sobresalen jadeo y tos, mientras que los segundos incluyen alas caídas, arrastrar de las patas, retorcimiento de la cabeza y el cuello, movimientos en círculos, andar hacia atrás y parálisis completa; no es raro observar diarrea acuosa y verdosa, así como hinchazón de los tejidos en torno a los ojos en el cuello; si se trata de aves ponedoras, la producción se va al suelo; la mortalidad es alta y, muchas veces, puede llegar al 100%.
No hay tratamiento específico, pero, la mejor medida es prevenir la presentación de la enfermedad a través de la vacunación, sin embargo, será el profesional, quien sugiera el tipo de vacuna, la cepa apropiada y el título de la misma; esta decisión no la puede tomar un vendedor de mostrador o un vaquero acelerado; es indispensable conocer el tipo de explotación, las características del medio y el comportamiento de la enfermedad en la región.
En muchos sitios se busca potenciar la protección que aporta la vacuna mediante la administración de inmunomoduladores, sustancias que modifican (pueden aumentar o disminuir) la capacidad del sistema inmune de ejercer una o más de sus funciones, como la producción de anticuerpos, el reconocimiento antigénico, o la secreción de mediadores inflamatorios; es importante saber que las aves infestadas con parásitos son más susceptibles de adquirir la Enfermedad de Newcastle, de allí la importancia de la desparasitación periódica cuando se trate de animales de ciclos largos de producción (ponedoras y reproductores).
Los avicultores no pueden escatimar recursos o esfuerzos al momento de poner en práctica medidas higiénicas que incluyen una alimentación adecuada, selección de reproductores, preservación de los animales de los rigores del clima, control de la capacidad de los galpones, ventilación, control de humedades, vigilancia de roedores, etc.
Es preciso tener presente que mucho más importante que el tratamiento de las aves enfermas, es hacer todo lo posible por prevenir la presentación y difusión de sus enfermedades, pues el adagio "más vale prevenir que curar" recupera su significado cuando se trata de una enfermedad demasiado contagiosa y que afecta sensiblemente el bolsillo de quienes se dedican a la avicultura.
Adenda: la conjuntivitis en los humanos es mucho menos peligrosa que los carteles de la toga, del sida, de la hemofilia, del ganado, de la contratación, de los cuadernos, de los pañales, del síndrome de Down, del azúcar, del cemento, de los medicamentos y del papel higiénico; contra ellos no hay vacuna posible y sus consecuencias hacen tambalear a cualquiera.