Por la boca muere el pez

22 febrero 2018 3:56 am
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No fueron sorpresivos los resultados del último sondeo realizado en las principales capitales del país; el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, muestra una imagen positiva del 22%, frente a un 74% que tiene un concepto negativo sobre su gestión y desempeño; aparece en el último lugar y muy por debajo de Petro, cuando este iba a entregar la alcaldía -37% de aprobación-.

Estas secuelas no son gratuitas, tienen que ver con la improvisación, el desconocimiento de la ciudad, la soberbia y la dilapidación del tiempo en ejercicios orientados a mirar la gestión de su antecesor a través del espejo retrovisor, buscando siempre un responsable de fracasos, chascos y decepciones. Su discurso ya no encaja en la capital de hoy; el urbanismo cambió su norte y el desarrollo ya no se mide en ladrillos, urbanizaciones o mobiliario urbano. ¿Dónde está ese desarrollo humano, entendido como ese paradigma que va mucho más allá del aumento o la disminución de los ingresos de una ciudad y comprende la creación de un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses?

Don Enrique heredó el poder de su padre, quien fue viajero y funcionario del Estado; fácil cuando la familia es adinerada y poderosa; con saltos cortos se llega lejos. Camaleón que ha militado en distintos partidos y movimientos cívicos: Partido Liberal, Cambio Radical, Partido Verde, "Por la Bogotá que soñamos", "Por el país que soñamos", "Peñalosa Alcalde", etc., siempre en busca del poder que embriaga. Eterno candidato, amante de la ciudad y en busca del palo que más sombra le dé.

De formación académica gringa: B.A. en Liberal Arts -licenciatura- y algunos cursos en administración pública -diplomado-; nada de maestrías o doctorados, contrario a lo que afirmaba anteriormente en entrevistas radiales; tiene una fundación que lo defiende, respalda y fomenta la polarización, llamada Fundación Azul Bogotá, constituida por un grupo de ciudadanos que ama a Bogotá y la defiende; según ellos, "quieren una ciudadanía informada, que no se deje engañar por las mentiras de la revocatoria"..

Para gran fortuna de los bogotanos, el concejo municipal rechazó la creación de la sobretasa a los parqueaderos, como también el reporte de morosos de impuestos a las centrales de riesgos, pues otro gallo cantaría en el gallinero; sin embargo lo ha acolitado en el desconocimiento de estudios de factibilidad y diseño previos para el Metro de Bogotá, ejercicios en los cuales se han gastado billones de pesos, incluyéndose el cambio de diseño: de subterráneo a elevado.

Exigía la revocatoria de Petro y ahora la desprecia y ataca con vehemencia, valiéndose de todas las tretas y artimañas jurídicas de sus abogados, aferrándose al poder que lo ha embelesado durante toda su vida. Haciendo un balance corto y generoso, su actual mandato pasará a la historia como una novela corta con un gran nudo y un desenlace fatal, debido a problemas que no ha podido o no ha sabido resolver: la crisis en la recolección de las basuras, la invasión del espacio público por los vendedores informales, los interminables trancones en las vías de la ciudad, obras que nunca terminan, el Bronx regado en Bogotá, altos índices de contaminación, mal estado de las vías, el colapso de Transmilenio, elevado número de motocicletas y accidentes relacionados, etc. No hago alusión a la inseguridad, pues este impasse tiene mucho de ancho y largo y se manipula con estadísticas, a veces, amañadas y contradictorias.

Más le vale a Peñalosa ponerse a trabajar, escoger buenos coequiperos y asesores, como también, cerrar la boca un poco y recordar tantas promesas que le ha hecho a la ciudad y han quedado en el papel. Ahora que está montado en la vaca se dará cuenta de lo fácil que es mirar los toros desde la barrera. ¡Por la boca muere el pez¡

 

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