Cualquier colombiano del Eje Cafetero que no tenga con que pagar "la parabólica" o una suscripción por cable, está condenado a ver todos los días la señal de Caracol TV, RCN TV o Telecafé; estas tres cadenas tienen con qué adormecer, dormir o profundizar a los telespectadores. Con razón mi abuelita prendía el aparato cuando tenía ganas de dormir; veía el noticiero y caía como una piedra.
Caracol TV y RCN TV, cuyos propietarios son el Grupo Valórem -Alejandro Santo Domingo- y la Organización Ardila Lule, respectivamente, tienen los mismos programas, pero con nombres diferentes; no sé cómo harán para producir o transmitir un programa similar, a la misma hora, para enfrentarlo a la competencia, ¿Se comunican entre ellos, se espían o se complementan? Como escasamente funciono con el control remoto para prender, apagar, aumentar o disminuir el volumen y "canaliar", dejo la respuesta para los cultos y técnicos en el asunto. Sobra advertir que los dueños a los cuales me he referido hacen parte de los "bacalaos" en Colombia y tienen gran influencia económica y política en el país del Sagrado Corazón de Jesús.
Dos cosas se volvieron moda en estos canales: los reality shows, gracias a la adquisición de derechos de formatos extranjeros -en contadas ocasiones adaptados en Colombia-, aquí es posible ver a los más verracos, los más osados, los más intrépidos, los más atléticos, los más hermosos; catorce temporadas de El Desafío son suficientes para embobar al más vivo de Armenia y cinco de Yo me llamo convierten a un desprevenido manizaleño en imitador profesional del tenor lírico, Darío Gómez.
La otra es la importación de telenovelas venezolanas, mejicanas, brasileñas y, últimamente, los culebrones turcos; afortunadamente lloran como nosotros, tienen dos maridos, traicionan, son infieles, quedan en embarazo y se separan; uno ve el primer capítulo y ya sabe cómo va a terminar; los espectadores se vuelven locos por los actores y actrices, aunque el novelón sea el de siempre; menciono algunas que han quedado en la retina: Valiente y hermosa, Tormenta de pasiones, Elif, Amor eterno, El precio del amor, Ezel, Las mil y una noches, Amor prohibido. Las preguntas que se me vienen a la cabeza son: ¿Se trata de una estrategia comercial? ¿Ya no hay guionistas en Colombia? ¿Nuestros actores están de vacaciones? ¿Sale más barato doblarlas y traerlas que producirlas en Colombia? ¿Cuándo protestarán los televidentes? ¿Qué ha expresado la Asociación de Actores colombianos?
En cuanto a los seriados, casi todos están untados de cocaína y traquetos; son monotemáticos; da la impresión de que en Colombia y en Méjico sólo se produce polvo blanco; los protagonistas son capos de historia y las actrices se entregan al mejor postor; la belleza se compra y la fidelidad se vende diariamente. Estos culebrones están cargados de violencia y los héroes se ganan su puesto produciendo terror y miedo.
Ahora bien, los noticieros de nuestra televisión privada están matriculados en alguna de las posibilidades políticas; constituyen una verdadera propaganda política pagada; sólo aparecen los rostros de sus amos cuando quieren ser escuchados por la feligresía. Las noticias corresponden, en su mayoría, al relato de atracos, robos, riñas, asesinatos, accidentes de tránsito y chismes que suceden en la capital o en Medellín; lo que pasa, realmente, en nuestra Colombia, se diluye entre los abundantes comerciales. La parte cultural ha sido transformada en glamur o farándula, la cual es presentada por mujeres bonitas que exhiben prendas de los patrocinadores. Para redondear, las noticias deportivas hacen mención de los equipos grandes, los colombianos que juegan en el exterior y los resultados de las ligas de Inglaterra, España e Italia; los equipos chicos son de relleno y los otros deportes quedan en la nebulosa.
Un lugar especial merece el programa La Noche de RCN, dirigido por Claudia Gurisatti; durante 16 años le ha rendido culto al expresidente Alvaro Uribe y a sus adeptos; algo que oscurece la mente de Claudia es su odio a Chávez y a Maduro; rara vez su esquema se sale de la situación de Venezuela, razón por la cual he tenido que emigrar para dormir tranquilo.
ADENDA:
Las redes sociales se han convertido en un espacio para fomentar el miedo y el odio hacia diferentes candidatos; todos los días se inventan historias funestas y falsos testimonios que desdibujan a sus autores y a los movimientos que los promueven. Si seguimos así, nos iremos al precipicio.