martes 8 Jul 2025
Pico y placa: 7 - 8

Crónica de una derrota anunciada

31 mayo 2018 5:16 am
Compartir:

Los resultados de las elecciones el pasado domingo eran de esperar, en cuanto a los dos contendores que pasaron a la segunda vuelta, pero las cifras no estaban en las cuentas de nadie, así aparezcan hoy numerólogos y estadígrafos diciendo que las cosas iban a ser así; no sé si hoy, jueves, haya más uribistas que los que había antes, o si hayan nacido nuevos petristas; lo digo por la tradición que siempre he visto: después de elecciones aparecen más triunfadores que votantes.

Vamos al grano: quedamos entre dos extremos irreconciliables; personalmente, no sé por quién votar en la segunda vuelta. ¿Ayudo a perpetuar el uribismo en el poder o juego a la ruleta rusa con Petro?. ¿Me abstengo y dejo que los demás decidan por mí? No, porque luego no tengo derecho a chillar. ¿Voto en blanco para dar a entender que ninguno de los dos llena mis aspiraciones, mis sueños, mis esperanzas de país? ¿Me atengo a la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional, según la cual el voto en blanco es “una valiosa expresión del disenso con efectos políticos a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector y como consecuencia de este reconocimiento la misma Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”?.

No, porque boto mi voto y no me lo cuentan en la Registraduría al momento de decidir; era válido en la primera vuelta, momento en el cual el voto en blanco tuvo 341.087 que representan el 1,76% del total por lo que en la segunda, aparecerá la opción, pero con un valor simbólico y sin importar que esta opción supere al total de los dos candidatos no va a afectar de ninguna manera la votación y el ganador será cualquiera de los dos aspirantes que saque más votos. Entonces, quieto en primera y con la boca cerrada.

Algo muy refrescante en Colombia fue el voto de opinión, sin presiones, sin pagar un peso por un voto, sin promesas falsas; una nueva manera de pensar el país, sin mermelada, sin maquinarias, sin comprometer el futuro, con un ataque frontal a la corrupción, sin consignaciones extrañas o empujones oscuros; me refiero a los 4.587.812 ciudadanos que depositaron su voto por Fajardo. ¡Qué cerca estuvo de hacer tambalear el establecimiento¡. No valen ya disculpas, la suerte está echada y luego será. Las semillas están madurando y la germinación aflorará muy pronto.

Esa cifra mencionada en el anterior párrafo provoca coqueteos, galanteos y una ansiedad inmensa; ya están de pelo parado, haciendo llamadas, formulando propuestas y haciendo ver, a última hora, elementos comunes de las propuestas. Me imagino reuniones, banquetes y citas a escondidas.

No creo en adhesiones programáticas; el interés es por el poder, no por Colombia. Afortunadamente, los verdes le han hecho exigencias de fondo a Prieto para apoyarlo. Me da risa de Uribe mandándole razones a Vargas Lleras y éste haciéndose el indispensable, después de haber sido derrotado a pesar de la maquinaria, sin poder comprar votos y con una campaña basada en sus logros pasados; el pobre Germán no ganó en ningún departamento. No sé si creará otro partido o se volverá conservador.

De la Calle, víctima de su propio invento; se aceleró para la consulta, le creyó a su partido; lo dejaron sólo y mirando para el páramo. Gaviria enterró al Partido liberal después de haber recibido el poder frente a la tumba; tiene alma de sepulturero neoliberal; más le valdría ayudarle a María Paz a vender cuadros de Botero en la séptima; así, las pérdidas quedarían en familia. A esperar sus estragos en el Centro Democrático después de la adhesión. Dios nos oiga y nos perdone.

Como no sé qué hacer el 17 de junio, voy a tirar un cara y sello; si cae cara, no voto por Uribe y si cae sello, me escondo. Como decía mi abuela: "Zorra vieja no cae en la trampa".

 

Te puede interesar

Lo más leído

El Quindiano le recomienda