LA TIRANÍA PARTIDISTA

10 marzo 2021 11:08 pm

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Aldemar Giraldo Hoyos

El pasado 8 de marzo escuché un conversatorio con Victoria Camps, filósofa y política española, Asesora Permanente del Consejo de Estado Español; dijo, entre otras cosas muy importantes, que cuando fue Senadora pudo darse cuenta de que hay una gran diferencia entre la teoría política y la práctica política; que nada puede hacer un senador si no pertenece a un partido, si no está matriculado en un movimiento político; que las propuestas ya están acordadas antes de su discusión y que hay que actuar o votar como lo hacen los copartidarios o como lo exige el jefe del partido. A esto lo llama Victoria, “Tiranía partidista”.

Palabras más, palabras menos, un congresista tiene que cacarear como los de su “cuerda”; no tiene necesidad de pensar, de idear, crear o recrear; simplemente, aplaudir y actuar según lo mandado por el “Señor de los Cielos”; no debe tener una idea de país o un sueño de nación, sino un proyecto personal para la próxima vigencia, la cual le permitirá perpetuarse o empotrarse en la silla de los sueños. Así actúan nuestros congresistas de la “unión”, llamada mayoría gobiernista, esa que busca gobernar sin oposición y que constituye el sueño o el deseo de todo líder cuyo autoritarismo sólo quiere impugnaciones a modo y estructuras cuya naturaleza antidemocrática propicien el que los déspotas se disfracen frente a las demandas de la sociedad.

Totalmente de acuerdo con Marcos Peckel cuando afirma que “Haciendo el mejor uso de las herramientas que otorga la democracia, autócratas de todos los pelambres están con pasmosa habilidad política, eliminando elementos sacrosantos del sistema democrático, comenzando por la división de poderes, cooptando el poder judicial y restringiendo los medios tradicionales. Han creado grandes comunidades virtuales con “bodegas”, “community managers” y otras especies de la fauna digital desde las cuales desatan los demonios del odio racial, religioso, étnico, homofóbico y otros.” ( https://bit.ly/2XjGkuk).

El mesías de turno lo planea todo a su voluntad y antojo; se convierte en un patriarca a quien hay que adorar y ponderar so pena de convertirnos en enemigos de la democracia o en abyectos “castrochavistas” que queremos sembrar el caos y la destrucción o, en el peor de los casos, integrantes de la narcoguerrilla de “La FAR”. Somos culpables de lo que vivió en el pasado y tenemos que asumir las consecuencias de su instinto guerrero y revanchista.

Todo lo que esperamos, como La Reforma Tributaria y Pensional, hace parte de su clarividencia y autoritarismo rampante, no en vano, espera que las Altas Cortes se arrodillen a sus pies y que la JEP desaparezca por obra y gracia de su capricho; así podrá volverse añicos el Acuerdo de Paz que tanto esfuerzo le ha costado a Colombia; cuenta “para sus sueños” con todas las instancias de control en su bolsillo y con el entusiasmo del subpresidente. A esto hay que añadirle su “bancada” melosa e incondicional, la que hace posible que se perpetúe esa tiranía partidista. Como decía mi abuela: ¿Para qué la izquierda si la derecha la suplantó?”

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