El pueblo no se dejó amedrentar

28 abril 2021 10:15 pm

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Aldemar Giraldo Hoyos

Ayer fue un día poco común en Colombia; en medio de la tercera ola o pico de la pandemia por coronavirus, el pueblo se lanzó a las calles a protestar contra la Reforma Tributaria de Iván Duque y su coequipero, Carrasquilla. No valieron las amenazas, la providencia del Tribunal de Cundinamarca ni el miedo a la muerte; asistió más gente de la esperada, a pesar de la situación que vive el mundo en este momento; la indignación fue más fuerte que el hambre y el temor a la muerte.

Hubo cantos, consignas, pancartas, pasacalles, música popular y gritos altisonantes que ensordecían a los mismos protestantes; los altavoces le hacían pensar a uno que estaba en período preelectoral o que se celebraba un aniversario más de la independencia, pero era, realmente, la manifestación colectiva de los que sufren, los discriminados, las minorías y, en especial, de la gente que paga impuestos y espera un nuevo golpe mortal. Todo hacía ver la indignación, el dolor y el repudio a la clase dirigente que se hace “de la oreja mocha” y perifonea mentiras y promesas incoherentes.

Sin embargo, no se justifican los ataques a la policía, por parte de manifestantes, ni la destrucción de patrullas; tampoco, la devastación de centros comerciales y tiendas, ni el bandolerismo exhibido por algunos revoltosos al asaltar instalaciones de medios de comunicación, monumentos históricos e instituciones bancarias; causa terror ver a facinerosos robando electrodomésticos, bienes de consumo y mercancía, en general. Esta no es una protesta; es un asalto a la propiedad privada y a las instalaciones de todos los colombianos; así se agudiza la crisis económica que vivimos y los daños tenemos que pagarlos entre todos. ¿Será que la manifestación se sale de la mano de los organizadores o hay algo que no corresponde al objetivo buscado? De ninguna manera estoy de acuerdo con los abusos policiales mostrados; esta conducta deja mal parada a una institución de la cual esperamos mucho, pero que viene en reversa hace algún tiempo.

Ante la crisis que vive el señor Duque y su poca favorabilidad ante la opinión pública, uno espera que se retire el Proyecto de Reforma Tributaria; de otra parte, es el momento para darnos cuenta de qué están hechos los partidos políticos; ¿se untarán de mermelada y le darán la espalda al pueblo o mostrarán grandeza en este instante histórico? Me inclino a lo primero, pues la historia así nos lo ha demostrado.

Ya es hora de buscar recursos de otra manera; la clase media no resiste más carga tributaria, ¿qué tal, pensar en recortar el Estado, achiquitar el Congreso, amputar algunos brazos inoficiosos, evitar gastos innecesarios, suprimir gabelas conseguidas por el camino de atrás y, especialmente, impedir y castigar la corrupción que nos corroe por todas partes? Sobrarían recursos para resolver esta crisis y diez venideras. No nos faltan recursos, lo que pasa es que nos sobran ladrones. Como decía mi abuela: “Detrás de toda gran fortuna hay un delito”

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