Aldemar Giraldo Hoyos
Señor Iván Duque, he tenido la oportunidad de escucharlo varias veces; usted dice que es pedagogo, que le gusta concertar, que le gusta escuchar a la gente, que es un demócrata conservador. No, señor, está equivocado, o se las está tirando de defensor de la democracia. La realidad me dice algo: usted es un demagogo, pues para conseguir o aumentar su poder político, apela a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología (ciencia de sembrar el engaño para vender un producto) y la propaganda política. La pandemia le cayó como anillo al dedo; le permitió crear un programa televisivo similar al de Nicolás Maduro, el cual le ha servido para limpiar su imagen y hacerse propaganda.
Un demócrata cree en el pueblo, lucha por él, lo respeta; acepta sugerencias y entabla diálogo con sus seguidores y opositores; todo lo contrario a lo que usted hace, pues se niega a dialogar o a negociar a pesar de ver que el país se derrumba frente a usted; un demócrata reconoce errores y se responsabiliza de las consecuencias de los mismos; un demócrata es partidario y defensor de la democracia, fomenta el pluralismo, permite la competencia político-electoral, respeta el principio de mayoría y admite la visita de entes internacionales, cuya función es confirmar el cumplimiento de las leyes y el respeto a los derechos humanos.
Criticó a Maduro y a Ortega cuando se resistieron a la visita del CDIH, pero, por la boca muere el pez; ¿por qué se niega a esta visita? ¿Qué hay para ocultar? ¿Será que la fuerza para reprimir las manifestaciones ha sido exagerada? ¿No hay manera de explicar la muerte de varios compatriotas durante y después de los choques entre manifestantes y policías?
Para un demócrata, la juventud constituye el futuro de la nación, no la fuerza enemiga que hay que desaparecer; para un gobernante capaz es fácil ver que nuestros jóvenes de la clase media y baja no tienen futuro; que para nada les sirve capacitarse ni adquirir títulos o diplomas, sabiendo que los puestos de trabajo son para los hijos de los ricos, los familiares de los padrinos políticos o los contribuyentes de las campañas electorales. Los hijos suyos, señor Duque, ya tienen asegurado el porvenir, sin necesidad de pisar la escuela; todo es para ellos, nada para nuestros hijos, nietos, sobrinos o primos.
Algo se me quedaba en el tintero; como usted es un gran demócrata, sabe que lo que pasa hoy es responsabilidad de todos, pero, especialmente de la clase dirigente que se ha dedicado a perpetuar la pobreza y el sufrimiento de los demás; no les eche la culpa a sus opositores; usted sabe a quién me refiero; la gobernabilidad se consigue con acciones en beneficio de los ciudadanos, especialmente, de aquellos que desconoce y considera sus enemigos.
Finalmente, señor subpresidente, usted no es pedagogo; hay muchas palabras que definen su comportamiento, como las siguientes: populista, manipulador, instigador, provocador, electoralista o embaucador. Para ser pedagogo hay que estudiar, señalar caminos, ayudar a crecer, educar, formar y enseñar.