Unas fiestas inolvidables

7 enero 2022 9:35 am

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Aldemar Giraldo Hoyos

En la última quincena de diciembre y en la primera de enero, el pueblo colombiano, en forma folclórica, se ha “desatrasado” de las aglomeraciones, el consumo del licor, las fiestas populares, las ferias regionales y la quema de pólvora; desafortunadamente, esto se ha dado en un momento crítico que coincide con la aparición de una nueva cepa del coronavirus, responsable de una nueva ola de contagios (pico), la cual saca a relucir las uñas de una pandemia que, deportivamente, habíamos mandado al cuarto de San Alejo.

Las cifras no mienten: el total de contagios de coronavirus en Colombia se elevó este jueves, 6 de enero, a 5.242.672, luego de que el Ministerio de Salud confirmara 23.039 nuevos casos positivos de covid-19 y 51 fallecidos; el índice de positividad en nuestro país  fue del 17.84% (de 100 pruebas tomadas, 18 fueron positivas); sin intención de asustar,  las cifras siguen teniendo un veloz aumento con respecto a las últimas semanas y Ómicron podría ser la patología más contagiosa de toda la historia, dada la forma diferente como se comporta la variante, la cual es dominante ya en Bogotá, la Costa Caribe y Valle del Cauca. Según la Asociación Colombiana de Medicina de Emergencia y Urgencia, “La variante Ómicron ha hecho que se registre un aumento en la demanda de los servicios de urgencias y lo que hemos visto, respecto a un sondeo, es un colapso en Cali, Medellín, Bucaramanga y Barranquilla”.

Si en Colombia llueve, en muchos otros lares no escampa; la nueva cepa ya llegó a 110 países y se expande a un ritmo vertiginoso; en Francia y Reino Unido hay más de 100.000 contagios diarios de esta variante africana; hay comunidades donde se propaga en forma exponencial, duplicándose en cuestión de dos o tres días; en América, la variante ya fue detectada en 18 países del continente, donde hay más de 100 millones de casos de covid-19, desde el inicio de la pandemia (OPS).

Los comentarios anteriores deben llamar a la reflexión y a la responsabilidad; todas las medidas de bioseguridad que tomemos son pocas; está en juego nuestra salud y la de los demás; además, la vacunación es la mejor herramienta de prevención, hasta ahora, así la pongan en tela de juicio los epidemiólogos de las redes sociales o los mediquillos que han surgido en algunas comunidades. Es bueno recordar que el 95% de los pacientes que hay en las UCI, corresponde a personas no vacunadas, pero que buscan los servicios de salud cuando se encuentran en estado crítico.

En tela de juicio queda la responsabilidad de algunos mandatarios regionales y municipales, quienes dejaron de publicar estadísticas de la pandemia desde la segunda semana de diciembre; “seguramente por conveniencia, pues con estos índices de contagio, se verían obligados a cancelar muchos eventos masivos”. Surge un interrogante, ¿es mayor la presión de los comerciantes que las solicitudes y sugerencias de las autoridades sanitarias? Algo que hay que tener en cuenta es la cercanía de las elecciones; no escuchar a los que ponen el billete trae consigo un costo político inmenso para la “cuerda” respectiva.

Tremenda irresponsabilidad la que mostraron algunos padres que permitieron que sus hijos quemaran pólvora en las fiestas decembrinas o se la entregaron en medio de la rasca; hoy, muchos de esos niños exhiben quemaduras, mutilaciones, aturdimiento, sordera, etc. Urgente la restitución de derechos de esos menores; que las sanciones a sus padres o familiares no sean sólo amenazas. Como decía mi abuela: “La pólvora pone lágrimas donde había sonrisas”.

 

 

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