Aldemar Giraldo Hoyos
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), “dejar plantado o plantar a alguien” significa: abandonar a alguien con quien se tenía un compromiso o una obligación; dejar esperando, en vano, a alguien con quien se tenía una cita; Tavo, el presidente, ha dejado plantada mucha gente y todavía lo están esperando; no ha sido una vez, sino muchas; voy a citar 12 oportunidades en las cuales el jefe del Pacto Histórico he dejado a personas e instituciones con los “crespos hechos”, inclusive, en su campaña a la presidencia y después de su posesión:
1. 27 de julio: cancela su agenda y el encuentro con Asocapitales
2. 2 de agosto: se había programado un importante encuentro entre el presidente electo y los alcaldes del país (cumbre de alcaldes de Fedemunicipios) y el presidente no llegó
3. 12 de agosto: los industriales de Colombia, asociados a la ANDI, se quedaron esperando a Gustavo Petro.
4. 16 de agosto: no asistió al reconocimiento y presentación de las tropas de las Fuerzas Armadas; el mismo día, canceló la posesión de los ministros de Justicia y de Ciencia
5. 15 de septiembre: no apareció a la inauguración del Congreso Nacional de la Confederación de Cooperativas
6. 22 de septiembre: no pudo encontrarse con Biden; llegó a la cita una hora después.
7. 29 de septiembre: No se realizó el encuentro programado, en la Casa de Nariño, con los representantes de los taxistas.
8. 7 de octubre: no asistió a la cita con Fedegan para acordar compra de tierras
9. 13 de octubre: no se hizo presente en el Congreso Nacional de Comerciantes, organizado por Fenalco.
10. 21 de octubre: los constructores se quedaron con los crespos hechos: Petro no asistió al Congreso Colombiano de la Construcción
11. 7 de noviembre: no llegó a la foto oficial con la cual se daba inicio a la Cumbre Mundial de Ambiente de las Naciones Unidas en Egipto
12. 30 de noviembre: dejó plantados a los Magistrados, invitados a la Cena de Navidad (Corte Constitucional y Corte Suprema)
Las fuentes oficiales han dado explicaciones que no convencen o que luego son contradichas por el mismo presidente o sus ministros; unas veces, dolor de estómago, otras, fuertes resfriados, dificultad en la movilidad vial (trancones), cruces en la agenda, etc. Se trata de una impuntualidad enfermiza que lo hace quedar mal o muestra una imagen negativa del país.
Cualquier ciudadano sabe que la agenda del Primer Mandatario es un instrumento de organización del trabajo y de interés público; que incluye variables, no solo funcionales y de planeación, sino también de personalidad que, en parte, reflejan el estilo del gobernante; además, indica cierto patrón de comportamiento y prioridades, según las múltiples interacciones que despliega en su gestión. Sobra advertir que una agenda de esta naturaleza debe articular el trabajo, las prioridades y avances de todos los sectores; igualmente, la de la vicepresidenta debe estar incorporada a la del Primer Mandatario para delegar en ella responsabilidades que no puedan ser asumidas, en un momento dado, por el presidente.
No caben excusas triviales para justificar incumplimientos; la agenda es manejada por el Departamento Administrativo de la Presidencia y el secretario general; existe una vicepresidenta, una Consejería de Regiones y, como si fuera poco, las funciones de las Consejerías que desaparecieron pasaron a los ministros; como quien dice, hay muchos funcionarios en quien delegar a la hora de asistir a eventos, congresos, reuniones, etc. Algo pasa, o algo se esconde, pues las justificaciones de la impuntualidad e incumplimiento de Petro no convencen a nadie; parecen mensajes para párvulos o cuentos de hadas.
De otra parte, la impuntualidad y el incumplimiento son, realmente, formas de mala conducta y muchas veces son una señal de despiste, se relacionan con cuestiones éticas y, a menudo, se califican como falta de respeto y, por qué no, abuso de confianza.
Desde hace mucho tiempo sabíamos que Petro era incumplido e impuntual; durante la candidatura a la Presidencia, también acostumbraba a llegar tarde, tanto a las entrevistas, como a los debates organizados por algunos medios de comunicación; como decía mi abuela: “Genio y figura hasta la sepultura”.