Aldemar Giraldo Hoyos
Todos los días me llega este mensaje: “Alcaldes y gobernadores son las únicas autoridades en la zona que informan a sus habitantes acciones y procedimientos de emergencia. Haga caso omiso de mensajes a través de las redes sociales, pues, la mayoría de las veces, quieren sembrar incertidumbre y pánico”.
A nuestro presidente se le olvida que las redes sociales pueden ser muy peligrosas si no se manejan con precaución; cada vez que escribe parece un adolescente o un muchacho de barriada; caza peleas con quien sea y su “lengua” se alarga hasta Madrid, San Salvador, Lima, Washington y otras capitales del mundo; habla de todo y de nada; empuja y recula como el mono de la peluca; no sé de dónde saca tiempo para tanto embrollo.
No es un Twitter de gobernante o presidente; carece de formalidad y se parece al vespertino El Espacio de Ciro Gómez, desaparecido el 22 de noviembre de 2013, muy recordado por ser sensacionalista y con exposición descarnada de las muertes y casos judiciales; muchos zapateros evocan la imagen de la última página, la cual pegaban en las paredes (una exuberante mujer en paños menores); Petro no ha agregado imágenes de mujeres voluptuosas, pero ha hablado hasta de la mujer del músico por su “diario oficial”.
Si Europa impuso controles severos sobre las redes sociales y Estados Unidos avanza en esa dirección, ¿seremos capaces los colombianos, con Petro a la cabeza, de hacer lo mismo? Según la Revista Cambio. “Nadie en el gobierno entrante ha planteado por ahora ninguna medida ni iniciativa legislativa en relación con este problema”: Por el contrario, todos los día se “corre la línea ética”, se inventan frases que los rivales políticos no han pronunciado, se desinforma, se fomenta la polarización, y las redes sociales de los políticos, en especial, la de don Gustavo, dibuja un escenario grotesco de matoneo, situación que dista mucho de la imagen que debe mostrar un gobernante con tan grande responsabilidad. Quedamos a la espera de una Ley de Servicios Digitales que cobije a todos los colombianos, incluyendo al presidente.
Solo así se protegerá la honra y dignidad de las personas y las empresas propietarias de las redes se exponen a duras sanciones si no censuran los contenidos de odio.
La pregunta del millón: ¿Se está gobernando por redes sociales? En parte, sí; Petro nombra y echa funcionarios por Twitter; se comunica con sus partidarios, opositores y ciudadanos por la misma red; da instrucciones por Twitter; en resumen, se le va la mano; escribe a toda hora y es reactivo a todo lo que pasa; se extralimita en sus apreciaciones y olvida que hay un abismo entre las redes sociales del presidente de la república y las de una niña tropelera; hace caso omiso de la gran responsabilidad que tiene ante todos los ciudadanos. Otra cosa que puede suceder es que no tiene tiempo para gobernar por estar pegado de su celular. ¿Será que sus retardos a los compromisos tienen que ver con su “trabajo” virtual?
Algo que me preocupa es que su comportamiento era igual siendo alcalde de Bogotá y como decía mi abuela: “Burro viejo no aprende a hablar” y “Genio y figura hasta la sepultura”.