Aldemar Giraldo Hoyos
La Corte Suprema de Justicia ordenó captura (medida de aseguramiento intramural) del exsenador Arturo Char por presunta compra de votos de la campaña de la condenada excongresista Aida Merlano (concierto para delinquir y corrupción de sufragante agravados); algo llamativo es que en Colombia se tome esta medida con un “bacalao”, cabeza de una de las familias más poderosas del Caribe.
Como don Arturo vive en los Estados Unidos, también se expidió circular roja de la Interpol para solicitar su captura. Según la Silla Vacía, “la decisión de la Corte envía el mensaje de que tiene pruebas importantes de que Char está involucrado en los delitos”. Debe ser así, pues es la primera vez que un miembro de este poderoso clan del Caribe “llegue” a la cárcel y se empiecen a aclarar procedimientos clientelistas y corruptos que se han rumorado durante mucho tiempo.
Esta familia llegó al país hace 95 años y construyó un vasto imperio económico y político; nada se mueve en la costa sin su permiso; ponen gobernadores, alcaldes y concejales; lo que más llama la atención es la alta votación que consiguen en todas las elecciones; hacen milagros en los electores; el partido Cambio Radical ha estado a su servicio y gracias a él se perpetúan en el poder.
Hablar del Grupo Empresarial Olímpica es hablar de los Char; no se imaginaba don Nicolás Char que su migración a estas tierras se constituiría en una gran oportunidad de enriquecimiento y poder; el viejo almacén Olímpico de Barranquilla se transformó, bajo la tutela de Fuad, en la Organización Olímpica, la base del poder económico y político familiar; “hoy posee una enorme red de unos 350 almacenes en 105 municipios de 21 departamentos, que produjeron ventas de 5,7 billones de pesos a corte de 2017” (Semana: septiembre de 2023); luego dieron la puntada que faltaba: el poder económico se complementó con el político y ahí sí quedó el muñeco completo.
Pero, había que asegurar la influencia política y para ello llegaron a un supuesto acuerdo delictivo para comprar votos en Atlántico, en el cual participaron, supuestamente, Arturo Char y Aida Merlano; las declaraciones de esta señora no dejaron títere con cabeza; la han tildado de loca y mentirosa, pero ya está temblando don Alejandro. Los intocables, pertenecientes a una de las familias más ricas de Colombia se han aliado con los de arriba, como Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque y Germán Vargas Lleras. La Barranquilla de hoy, retocada por fuera, ha sido un santuario corroído por dentro con la compra de votos; basta preguntarle a doña Aida Merlano, pues ha dado una buena serenata ante la Corte.
Como decía mi abuelo Anguita: “Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos”.