Aldemar Giraldo Hoyos
Me hubiese gustado escribir sobre algo candente que pasa en nuestro país, pero mi alma ha estado estrujada, en los últimos días, por esos golpes que esperamos y a los cuales nos resistimos, cuando llegan, de todas maneras.
Muchas personas se acostumbraron al término pandemia y sufrieron los rigores de la misma, sin embargo, otras, por desconocimiento, protagonismo, desinformación, teorías conspiratorias o, a la misma infodemia, (abundancia de información de un tema dado) y, a pesar de peligrosidad del virus y sus variantes, decidieron no vacunarse y pusieron en peligro su vida y la de sus congéneres. Según Raquel Saed, “muchas de esas personas escépticas a la vacunación se basan en teorías de conspiración, así como en temas ideológicos, políticos y hasta, religiosos”.
El problema es que, en tiempos de globalización, la información falsa o incorrecta con el propósito de engañar, circula más fácil y rápidamente; se crean verdaderas logias y sectas que ponen en vilo el funcionamiento social y vital. De todas maneras y, de la mano de grandes estudiosos, puede afirmarse que “de un momento a otro, surgirá otra pandemia y no estamos preparados para enfrentarla”. A pesar de los grandes estragos y sufrimientos que ocasionó la pandemia del Covid-19, los humanos no tenemos herramientas para impedir la aparición de otra ni medios para aminorar el sufrimiento ocasionado por una pandemia de una enfermedad X. Así como suena; hemos progresado, pero no poseemos esa panacea milagrosa con la cual soñaban los antiguos, además, nuestras medidas no son infalibles y la epidemiología tendrá que recorrer muchos caminos tortuosos.
Muchas enfermedades infecciosas tienen un gran potencial pandémico, como las causadas por coronavirus, filovirus y paramixovirus; no podemos hacer caso omiso del virus de Lassa, el SARS-COV-2 y el virus del Ébola; las anteriores enfermedades están a la vuelta de la esquina, pues son endémicas de Sudamérica, Africa y Asia. Las medidas que hay que tomar no son locales ni regionales; todos los países deben estar comprometidos y trabajar mancomunadamente.
Es bueno recordar que los virus y sus cepas mutan rápidamente y esta mutación es favorecida por nuestros hábitos y costumbres, como también por los cambios en este hábitat llamado tierra, el cual se degrada día a día.
No se trata de sembrar terror, pero las pandemias son cíclicas y el tiempo que nos va a tocar vivir no va en línea recta; como decía mi abuela: “Aunque no conozcamos el futuro que nos aguarda, nos podemos preparar para recibirlo”.