Aldemar Giraldo Hoyos
Ayer se hundió la Reforma a la Salud en la Comisión Séptima del Senado; era un hecho, 9 senadores armaron bloque para votar el archivo de la ponencia (algunos senadores de la oposición con el apoyo de sus pares independientes); así se decretó el fracaso de una de las tres iniciativas del Gobierno; hoy sale a relucir la cantidad de dinero que donó Keralty a algunos partidos políticos en el año 2022 (la multinacional española de la salud a la que el Gobierno le quitó el control de Sanitas en Colombia); Keralty es dueña de la EPS Sanitas y de otras 20 empresas de salud. ¿Tendrá que ver esto con la actitud asumida por los senadores?
La decisión de los parlamentarios se da después de que el Gobierno interviniera a la EPS Sanitas y a la Nueva EPS; ¿será una retaliación o simple coincidencia?; debe recordarse que entre las dos mencionadas EPS están de por medio 16,7 millones de afiliados. La Superintendencia de Salud justifica la intervención por “una debilidad en el cumplimiento de los estatutos y la organización de la entidad, con indicadores como reservas técnicas y reclamaciones” (Sanitas) y “derrumbe instantáneo de la confianza en el sistema, en los pagadores y la opacidad creciente y futura sobre el pago de las obligaciones pendientes” (Nueva EPS).
Ante un enfrentamiento de esta naturaleza, quedan en la cuerda floja las EPS que incumplen los requisitos habilitantes financieros, es decir, siguen 18 EPS. Urge un alto en el camino; morigerar el discurso de ambas partes y buscar acuerdos, pues, siempre, el perdedor es el usuario. No hay que tirar la salud por un despeñadero; la salud es un derecho, no un privilegio.
En palabras de Carlos Felipe Muñoz, “La polarización ideológica, la contienda sin descanso, la falta de sensatez, nos están conduciendo por una senda en donde parece que el perdedor, sin duda, será el consumidor de nuestro sistema de salud”.
Los dos lados dicen tener la razón y ambos esgrimen discursos radicales; unos buscan proteger la riqueza y otros, asumir la administración de un derecho fundamental por ser universal, irrenunciable, inherente a la persona humana, integral e integrador y esencial para la materialización de una vida digna y con calidad. El lector no puede confundir la salud con una cita médica, no en vano, la OMS define a aquella como” un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Como decía mi abuela: “La cosa está para alquilar balcón”.