DIOS ESTÁ QUEBRADO

8 junio 2020 10:46 pm

Compartir:

POR RODRIGO VALENCIA VALENCIA.

En confinamiento. Escrito N° 11

Desde la isla Libertad: Sin partido político, sin atadura religiosa.

——————————————-

En el momento de nacer, vivir o morir, no necesitamos oraciones, pastores ni sacerdotes. Orar (es el trío de acciones agradecer-pedir-alabar a Dios) no ayuda a curar enfermedades ni soluciona problemas. Tal vez actúa sicológicamente; pero no cura el cáncer, ni la malaria, ni el Alzhéimer, ni el covid-19; tampoco sirven para la pecueca, ni para leucemia, ni para la diarrea. Aquí están en lugar equivocado las orientaciones de embaucadores, religiosos, seudocientíficos y charlatanes. Dios no cura enfermedades. Las medicinas que han servido para curar y controlar enfermedades es el producto de muchos años de estudio e investigación de hombres y mujeres dedicadas a la ciencia.

La gente reza para pedirle a Dios ayuda en la solución de problemas económicos, de hambre y desempleo; para no morir víctima del coronavirus; para que cesen las injusticias; para que no haya inundaciones, terremotos, sequías, violencia, asesinatos; para acabar el sufrimiento de hombres, mujeres y niños inocentes. El pueblo reza para que no haya genocidios. Rezan en momentos de alegría o tristeza; rezan en un partido de fútbol y cuando nace o muere un familiar o amigo. Inclusive cuando el sicario sale decidido para asesinar a su víctima hace una oración. Rezan beatos y mundanos. Rezan el científico y el que no lo es. Rezan la derecha, el centro y la izquierda.

A ese mismo Dios le rezan públicamente con la Biblia en sus manos, cagados reyezuelos como Donald Trump y un peligroso personaje de ficción protagonista de una serie en whatsApp llamada Matarife, quien cada vez resbala más en sus propios excrementos y en la sangre de sus víctimas. Rezaron sanguinarios dictadores como Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Fujimori en Perú y otros; todos asesinos y muy rezanderos. Todos con la bendición del “santo” padre de Roma. Quienes los cuestionaron sufrieron el infierno de crueles torturas y finalmente fueron asesinados. No tenían salvación, como tampoco tendrán “salvación” quienes cuestionen el poder divino.

Las sociedades rezan a su “omnipotente” Dios, de quien han construido una imagen mental similar a la imagen de antiguos reyes, quienes prohibían cuestionar su mandato y exigían obediencia ciega y absoluta adoración a su ser, a quien los súbditos entregaban ofrendas y lo consideraban perfecto, como los creyentes a su Dios.

Objetivos análisis sobre tema demuestran que las religiones tienen el esquema de gobierno de esos reyes y de las élites de poder que imponen régimen de obediencia, alabanza y terror. El ciudadano que no le de credibilidad, piense diferente y se salga del rebaño es considerado peligroso apóstata y subversivo.

Los dioses inventados en diferentes países del mundo, llámense Alá, Santísima Trinidad, Yahvé, Shiva o el que sea, supuestamente habitan un reino seguro y deliciosamente ideal. En el caso de los cristianos, la persona que quiera entrar en el Reino de Dios para gozar las delicias celestiales y salvarse de un supuesto castigo aterrador y cruel infierno, debe empezar por llevar la carga de un supuesto pecado original que cometió una pareja de pillos enamorados, que no existieron, llamados Adán y Eva; además debe sentirse un sucio pecador; y adorarle a fe ciega sin cuestionarlo y, como si fuera poco, debe pagarle diezmo, limosna, ofrenda, porque los dioses son pedigüeños y castigadores.

El aparato represivo religioso confabulado con el gobierno impone su Dios a través de la familia y la escuela a todas las personas desde su nacimiento. A medida que el niño va desarrollando su capacidad cognitiva, lo engañan haciéndole creer que es un sucio pecador y le obligan pagar a cuenta gotas la deuda ficticia del pecado original, adorando con alabanzas al Dios supremo; además debe arrodillarse, rezar, pegar la frente al suelo, auto flagelarse, y hacer penitencia para que al morir pueda ejercer el derecho de entrar y disfrutar del Paraíso Celestial en la gloria de ese Dios que le asignó la sociedad donde nació.

Esta situación engañosa resulta humillante contra las personas creyentes que son, sin saberlo, víctimas de las estructuras de poder jerárquico de las diferentes religiones del mundo. Así ellos nieguen ser víctimas por motivos de miedo, obediencia y fe ciega o simplemente por no comprender las contradicciones del cuento religioso ni la manipulación y el engaño en que se encuentran.

Parece que el niño en sus primeros estadios de desarrollo, ingenuamente ve a su padre o a quien cumpla esta función, como un ser grande, poderoso, perfecto, omnipotente, quien le soluciona sus problemas; pero a medida que crece y desarrolla su capacidad racional, le encuentra debilidades, defectos; entonces ya no lo ve tan poderoso y protector; y un día descubre que su padre es un ser frágil como él mismo; entonces se siente inseguro en el mundo; comprende que su padre no puede protegerlo todo el tiempo ni darle todo lo que desea; en este momento de manera inconsciente actúa en su mente la imagen de ese dios protector, perfecto y poderoso que la ideología religiosa le inyectó desde niño y, sin pensarlo se aferra a esa imagen interiorizada ciegamente, sin cuestionarla, sintiéndose tranquilo y protegido; participando en forma activa o pasiva de la religión.

Hoy proliferan iglesias de garaje en todos los estratos, con discursos actualizados para esta época; algunas dirigidas por charlatanes, embaucadores delincuentes, mercachifles con la fe de los creyentes quienes son sus víctimas. Ahora la moda es convocar por la tv y redes sociales a unirse a cadenas de oración insinuando que es más efectiva la oración en cadena que la individual; como si su misericordioso y bondadoso Dios, “tuviera problemas de memoria y de autoestima y fuera tan vanidoso” que exige que le recen, lo alaben y le recuerden en cadenas de oración las necesidades y el dolor que sufre cada uno de sus hijos, a pesar de que él todo lo ve, todo lo sabe y todo lo puede; dicen que es un ser omnipotente; lo cual resulta contradictorio.

Pastores y curas hacen creer a los feligreses que si más rezan, Dios más los ayuda. No pierdan la fe – dicen -. Inclusive afirman que problemas y desgracias que vive la humanidad se deben a la falta de oración y de fe, por eso Dios ha desatado su ira castigando a sus hijos con virus, plagas, terremotos y otros males. Ahora en junio de 2020 vemos peligrosos curas y pastores abriendo puertas de iglesias sin terminar la pandemia; pues con puertas cerradas el negocio no les funciona, el dinero de los feligreses no les llega. Pensamos que las personas de fe y todos los creyentes merecen respeto y no deben ser víctimas de estas manipulaciones.

Es real que en todo el mundo millones de personas piadosas dan ofrenda, eleven plegarias al cielo, se hincan, rezan, alaban, pagan penitencias, agradecen y piden ayuda a su Dios para acabar sufrimientos y enfermedades. Imaginemos un caso: Fabiolita, persona de fe ciega, bondadosa, solidaria, honrada, obediente con sus alabanzas y repetidas oraciones diarias; pero el Alzhéimer y otras enfermedades iniciaron un proceso de degradación física y mental que le impidieron continuar cumpliendo con oraciones y alabanzas a Dios. Sus horribles sufrimientos y dolores de varios años también los padeció su familia hasta que Fabiolita murió.

Muchos oraron a su Dios pidiendo acabar esa tortura confiando en su bondad y en su fortísimo poder, ya que supuestamente creó el universo y a los hombres y conoce sus íntimos pensamientos y todo lo sabe y todo lo puede. La paciente sufrió muchos años y aquel importante Señor realmente no solucionó nada. Parece que es sordo o ciego o se hace el pendejo, o Dios está quebrado o no es como lo pintan. Es una falacia pensar que dioses inventados por los hombres y promocionados por las instituciones religiosas sean bondadosos, justos, protectores, o que solucionen problemas. “De nada sirve rezar”- dijo el poeta-.

Lo que sucede es que si alguien reza y obtiene lo deseado es pura coincidencia. Otro ejemplo: Si hay dos buenos cristianos o mahometanos enfermos graves en la UCI por la covid-19 y ambos con sus familias rezan su Dios para evitar la muerte, pero uno muere y el otro se recupera; esto no indica que su Dios salvó a uno y dejó morir al otro. No, aquí su Dios no tuvo nada que ver. Es la ciencia la que aclara el por qué uno murió y el otro quedó vivo.

Los que realmente han solucionado e intentan solucionar problemas de la humanidad son los hombres y mujeres de carne y hueso con todos sus defectos, errores y aciertos; son quienes trabajan por un mundo mejor; quienes investigan durante muchos años en laboratorios y producen medicamentos para curar enfermedades o disminuir el dolor; quienes trabajan en el campo produciendo alimentos; quienes estudian muchos años y desarrollar ciencias y tecnologías que resuelven algunos problemas, mejorando los servicio de electricidad y acueducto, el transporte, las comunicaciones; quienes hacen acuerdos político-sociales buscando una sociedad más justa y equitativa, solidaria, tolerante, honesta, respetuosa de la naturaleza y de sus ecosistemas; respetuosa de todos derechos humanos, incluyendo el derecho a la educación, a la salud y a la vida, no por temor a un castigo de Dios, sino porque como seres sociales que dependemos unos de otros y gracias a la evolución del intelecto podemos desarrollar una moral que nada tiene que ver con misticismos ni temores a los dioses.

El hombre es responsable de su historia. Las religiones y sus dioses son creación de los hombres y ese invento nada ha aportado para solucionar problemas reales de la humanidad. Por el contrario, las religiones promueven seductoras falsedades que retardan la solución de problemas. Utilizan la estrategia del miedo, la obediencia incuestionable y la fe ciega en un ser superior. En muchos casos han obstaculizado el desarrollo de las ciencias y promueven odios y sangrientas guerras que han dejado miles de asesinatos en nombre del Señor.

El Quindiano le recomienda