VIRTUALIDAD Y DESOBEDIENCIA CIVIL EN EDUCACIÓN

15 junio 2020 10:30 pm

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POR RODRIGO VALENCIA VALENCIA.

En confinamiento. Escrito N° 12

Desde la isla Libertad: Sin partido político, sin atadura religiosa.

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Consideramos que al terminar la pandemia, no se debe imponer el campo de la virtualidad como algo que lentamente desplace la interacción en el salón de clases y patio de recreo de escuelas y colegios. Esto afectaría negativamente el desarrollo de la capacidad de socialización de niños y adolescentes.

La virtualidad es una novedosa relación de las personas, mediada por la tecnología, distinta a los métodos tradicionales para generar información y comunicación. Esta nueva relación se establece en entornos de interacción que no requieren del mismo espacio y del mismo tiempo de quienes participan y ha resultado muy funcional para trabajar y estudiar a distancia, de manera electrónica con ayuda de internet y computadores.

Este campo de acción debe utilizarse de manera adecuada en la escuela para no afectar la comunicación interpersonal que ya está un poco rota por el uso enfermizo de algunos aparatos electrónicos que tienden a desplazar cálidas relaciones afectivas con la familia. Celulares y computadores son de extraordinario valor en la vida práctica; el problema es que algunos jóvenes mal orientados se desconectan de su de su círculo familiar y de su responsabilidad en el estudio, al usarlos obsesivamente.

Un computador es una gran herramienta, pero no puede trasmitir a los niños el calor humano, ni la potencialidad afectiva propia del ser, ni los sentimientos y emociones que expresan las palabras, las miradas, los gestos, las sonrisas, y los diálogos en el contacto personal cuando interactúan físicamente con sus pares y sus profesores en los procesos de socialización, convivencia y aprendizaje que se da en la escuela.

Iniciando junio del 2020 la Revista Semana convocó al investigador en educación Julián de Zubiría; a Jennifer Pedraza, representante de la Asociación Colombiana de Estudiantes; a Oscar Sánchez, académico y, a Nelson Alarcón, presidente de Fecode, para dialogar en torno a la virtualidad y a problemas en el sistema educativo en Colombia. En las siguientes líneas aparecen diseminadas algunas ideas presentadas en la reunión.

Se planteó la necesidad de que el gobierno suministre internet gratis para todos los estudiantes de Colombia. Por ser la comunicación un derecho, “los estudiantes deben tener el mínimo vital de internet”. Esto es barato. Costaría mucho menos del valor que se roban del erario los políticos corruptos. Ahora en el siglo XXI suceden cosas tan graves para la educación, como es el hecho de que “el 38% de estudiantes universitarios del país no tienen conectividad”.

Concluyeron que la virtualidad es importantísima pero no es la panacea. Un aparato no sustituye de manera plena y definitiva al docente y al grupo de niños interactuando y jugando en la escuela. “La virtualidad no está por encima del ser humano y hay que entenderla como una ayuda más que puede emplearse en el proceso de aprendizaje (…). Una máquina no puede reemplazar a un ser humano en el proceso pedagógico. La pedagogía es la construcción de seres humanos en relaciones y, esos seres a distancia pueden lograr algunas cosas, pero no se podrá sustituir la relación presencial totalmente. Es mejor un equilibrio sano en el uso de la herramienta tecnológica sin desconocer lo básico, el contacto, la relación humana. La herramienta no es una panacea, porque si fuera así, sería como dijo alguien: Para los ricos tendremos maestros y para los pobres tendremos robots”.

También se planteó la urgencia de hacer alivios financieros a las universidades públicas con miseria presupuestal, que son casi todas. Por ejemplo, hoy “la Universidad Nacional tiene un déficit de 80 mil millones de pesos”, por eso piden que el próximo semestre el gobierno asuma el pago de las matrículas para evitar una gran deserción de estudiantes de bajos recursos.

Sabemos que el sistema es inequitativo; nos asombra, como lo expresó Zubiría en carta a la ministra: “…mientras por un estudiante de medicina del programa Ser Pilo Paga, que muchos elogian sin conocerlo, el gobierno le entrega un millón de pesos a la Universidad pública del Magdalena y, a la Universidad de los Andes le gira 36 millones de pesos por un estudiante de la misma carrera”. Esto es inequidad e indica que el gobierno está entregando a las universidades privadas el presupuesto para la educación pública. Poco a poco están privatizando la educación empleando el mismo modelo del sistema de salud: los dineros de la salud pública los entrega a la empresa privada, con los catastróficos resultados que ya conocemos. Esto es aberrante. Increíble pero cierto.

Otra injusticia la comete el Icetex que esclaviza por varios años a los estudiantes más pobres, haciéndoles pagar interés sobre altos intereses para saldar sus préstamos educativos. Un problema más es que el gobierno y la ministra hacen caso omiso a los requerimientos y planteamientos de Fecode, como son las propuestas para mejorar el currículo y otros aspectos en beneficio de la calidad en la educación básica y media.

En la reunión recordaron que Fecode es la agremiación de maestros y maestras que enseñan a respetar la libertad. Los docentes orientan y forman en la diversidad de pensamiento para que los niños tomen sus propias decisiones. Argumentos objetivos expusieron los participantes al afirman que en Colombia la mayor parte de docentes son formadores en democracia, derechos humanos y convivencia; además se propende por desarrollar acuerdos y pensamiento crítico en la escuela. Es falso que los maestros hagan adoctrinamiento político de derecha o de izquierda.

En educación “la idea es no adoctrinar; la clave es la pluralidad, la diversidad: La escuela debe ser un espacio para ver y analizar todas las ideologías, todos los géneros, todas las interpretaciones en todas las materias, en todos los cursos”.

Lo que han pretendido sectores retardatarios y cavernícolas de ultra derecha es coartar la libertad de pensamiento y de expresión. Pretenden que al estudiante se le presente solo una interpretación de la realidad, un solo punto de vista; esa es una idea errónea que caracterizó la época medieval. Así no se desarrolla pensamiento crítico y creativo. Lo que se necesita es mostrar la realidad en sus diferentes facetas, en su diversidad; lo que se necesita es que haya debate en la escuela y mostrar posturas distintas en todas las clases sobre todo en bachillerato; debate abierto y respetuoso en torno a diferentes posiciones para que cada estudiante desarrolle la capacidad de pensar por sí mismo.

Una persona verdaderamente demócrata y honesta no le tiene miedo a la diversidad de opiniones en torno a la política, la religión, el amor, el arte, la ciencia y la tecnología, siempre y cuando no violen sus derechos en esta sociedad que es profundamente compleja en su diversidad. Eso hace parte de la realidad multicultural del planeta. La idea central es comprender y aprender a respetar ideas opuestas así no estemos de acuerdo con ellas. Eso permite libertad de pensamiento y desarrolla convivencia pacífica.

De otro lado consideramos que actuaron inteligentemente estudiantes, padres de familia, profesores y rectores de instituciones públicas y privadas del país al rechazar anticipadamente la directiva ministerial 011 del pasado 29 de mayo, donde la ministra de educación irresponsablemente y sin concertar con la comunidad educativa, ordena que “se mantendrá un esquema que combina trabajo académico presencial y en casa a partir del segundo semestre del año”. Esta orden implica el regreso a clases presenciales a partir del mes de agosto 2020. La desafortunada directiva ministerial la expide en los días que el director de la O.M.S anuncia al mundo que según análisis, en el mes de agosto la pandemia seguirá en pleno furor en Latinoamérica.

El rechazo a esta orden es porque no hay real garantía de bioseguridad en las instituciones para los actores educativos. Todos sabemos que el gobierno ha sido negligente para ofrecer plena seguridad al sector de la salud, cuyos miembros han protestado varias veces exigiéndola, ya que médicos y otros empleados han muerto victimas del covid-19; entonces mucho menos va a responder por la salud y la vida de estudiantes, docentes, personal administrativo y de servicios de las escuelas, colegios y universidades.

Con la directiva 011 Duque y su tozuda ministra de educación, pretenden olímpicamente trasladar la responsabilidad a gobernadores, quienes tendrán que trasladarla a los alcaldes y estos a los rectores que al encontrarse sin caja menor para pagar el necesario personal en labores de aseo, ni para comprar elementos de bioseguridad en sus instituciones, no les quedará otro camino que dejar esa papa caliente en manos de los profesores y las profesoras que en últimas son quienes tendrán que responder ante autoridades judiciales en caso de que un niño o joven víctima del covid-19 contagie a más miembros de la comunidad educativa. Así fácilmente el gobierno nacional evade su responsabilidad constitucional de preservar la vida de los colombianos, trasladándola a los entes territoriales.

Sabemos que este presidente de pantalla chica y pobre papel, al abrir escuelas y colegios sin plenas garantías de bioseguridad, pone en peligro a profesores y estudiantes con la posibilidad de contagiar no solo a sus compañeros, sino también a miembros de sus familias, muchos de ellos adultos mayores de 60 años y madres embarazadas. Es una lástima que todo el trabajo y sacrificio de confinamiento que han hecho las familias durante más de tres meses, Duque y su ministra lo pueden destruir con su estúpida convocatoria.

El gobierno quiere dar a entender que le interesa la educación, pero en realidad lo que busca Duque a través de la pantalla chica es mejorar su imagen en este país donde “hay más de cuatro millones de jóvenes menores de 28 años que no estudian ni trabajan, y estas cifras van en ascenso y así desenganchados de la educación y del mundo laboral, su futuro se ve comprometido”; aumenta el hambre y la delincuencia juvenil; además para acceder a medicamentos hay que gritar e instaurar miles de tutelas contra las tramposas EPS. Pero estos viejos y reales problemas de los colombianos no les han interesado a los anteriores gobiernos, ni a este.

Ahora el problema educativo no se soluciona abriendo escuelas, colegios y universidades en medio de la pandemia. Lo que se necesita es lo mismo que hace años pedimos los colombianos: generosas inversiones en investigación científica, así como en educación de la primera infancia, en educación básica, media y en general en educación superior. Todos sabemos que los países que más invierten en educación tienen eficiente desarrollo y ofrecen mejor nivel de vida para la población.

El anticipado rechazo masivo a la directiva 011 del MEN, debe ser entendido por toda la sociedad como una forma válida de desobediencia civil para hacer respetar el derecho a la salud y el derecho a la vida de más de 8 millones de colombianos que participan directa o indirectamente en el escenario educativo del país. Lo que resaltamos aquí es que el anuncio anticipado de desobediencia civil en época de pandemia funcionó, porque avanzado junio el gobierno cambió su posición. Seguiremos expectantes.

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