Por Francisco A. Cifuentes S.
Miembro de la Academia de Historia del Quindío
“La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” (Gabo)
No es gratuito que el municipio de La Tebaida (Quindío), siendo tan joven, con apenas un poco más de una centuria, tenga en su haber un acumulado bastante significativo de conocimiento histórico ya publicado. Pues esta experiencia de la escritura y concretamente de la historiografía regional y local, está desde el puro comienzo de una aldea cafetera y cosechera bien trazada; cuyos aspectos arqueológicos y antropológicos los fue consignando para la historia y posteriores investigaciones, uno de los principales fundadores de la comarca, en ese entonces caldense. Se trata de la obra icónica “Recuerdos de la Guaquería en el Quindío” de Don Luis Arango Cardona y, posteriormente acrecentada por la prolífica pluma de su hijo, el Doctor Jesús Arango Cano; quien se extendió hacia la literatura, la historia, la geografía, la economía y el folclore; siendo reconocido, para orgullo de todos los quindianos, en las Academias Nacionales de la Lengua, de La Historia, de la Geografía y de la Economía.
Este legado lo hemos retomado varios amigos con mucha modestia, pero con dedicación y amor por la patria chica y por las lides intelectuales, en varios campos tributarios de la investigación histórica: Alejandro Vallejo desde el periodismo, la literatura y la historia propiamente dicha. Luis Carlos Reyes Puentes con aportes sustanciales a la historia de la política, las personalidades, la administración y el deporte y también desde el periodismo. Fernando Jaramillo con una obra de investigación regional y nacional muy juiciosa, que va desde el Paisaje Cultural Cafetero hasta otras dimensiones; además de ser uno de los miembros de la Academia Departamental de Historia del Quindío más connotados. Heriberto Vargas Sánchez, quien aporta desde hace varias décadas, desde la gestión cultural, la fotografía histórica y la crónica, a este acervo histórico y cultural. Alexander Girón Torres con ya casi cien semblanzas de personajes tebaidenses y con una abnegada dedicación como Director del Centro Local de Historia de La Tebaida (Q). Guillermo Valencia Marín con cuatro obras publicadas en diversas áreas del conocimiento, a más de su larga labor periodística. Nidya Ríos y Aleyda Botero tienen una exhaustiva investigación sobre la historia de todos los barrios del municipio. Juan Carlos Ramírez Gómez con una extensa conferencia histórica y múltiples escritos literarios. Juan Carlos Ramírez Gómez (Procopio) con un libro sobre la vida de su padre y los arrieros. Fernando Cardona, que desde el cuento y la poesía hace historia local. Un caso muy especial, es el de John Fidel Ocampo, maestro de la historia oral y de quién es necesario nutrirse para precisar la historiografía local y regional. A este universo debemos agregar todos los dramaturgos, músicos, pintores, periodistas y otros cultores que le dan el perfil a la historia cultural del municipio, la región y la nación. El historiador Hernando Muñoz Cárdenas, ya es hijo adoptivo de La Tebaida y en calidad de Rector de la Institución Educativa Antonio Nariño, Vicepresidente de la Academia Departamental de Historia del Quindío y Miembro del Centro Local de Historia de La Tebaida es uno de los principales orientadores de esta disciplina entre nosotros. El jurista José Fernando Ramírez Gómez, como tratadista del derecho en Colombia. Con diversos aportes no podemos olvidar a varias personalidades oriundas o vinculadas al municipio como Jaime Hurtado Garavito, Leoncio Aristizábal, Lady Londoño, Gilberto Naranjo, Hernando Marín, Jaime Lara Ramírez, José Jaramillo Vallejo, José Jaramillo Mejía, Alfonso Osorio Carvajal, Martha Usaquén, Diana Giraldo, Ligia Inés Vélez, Luz Marina Botero, Alexander Carvajal, Martín Bolívar, Gentil Guerrero, Néstor Arango, Luis Ángel Marín, Alfonso Vargas, Juliana Buitrago, Libaniel Gómez, Ferney Álvarez, Aleyda Londoño, Mélida Marín, Carmela Henao, Fernando Echeverry, Luis Eduardo Mendoza, Jorge Iván López, Natalia Botero, Antonio Mendoza, Gonzalo Uribe, Nicolás Uribe, Gildardo Tovar, Juan Diego Infante, Rafael Ricardo, Hugo Buitrago, Estefanía Huérfano Rojas, los periodistas de la familia Duque. Indiscutiblemente son personajes históricos en vida los Señores Mario Gómez Ramírez, dos veces gobernador del Quindío, gran orientador del civismo y la política en el departamento, empresario de talla nacional y Rodrigo Londoño, exguerrillero de las FARC, coautor y firmante del Acuerdo de Paz de 2016. Otras personalidades no las registro aquí en detalle, ya que están incluidas en mis dos libros sobre el municipio: La Tebaida (Q) de 1993 y La Tebaida (Q): Territorio Sociedad y Cultura de 2024.
A todo lo anterior, es a lo que podemos denominar con propiedad la Historiografía Tebaidense y el compendio múltiple de la historia social y cultural del Municipio de La Tebaida. En esta tradición y en este contexto, es que se enmarca el surgimiento de la gran obra que hoy celebramos: “La Tebaida Que Yo Viví: Breve Historia de La Tebaida entre 1954 y 1972” del Magister Gonzalo Cardona López (Impreleos. Armenia. 2024). Todo lo que está escrito aquí puede considerarse dentro de lo que Martín Heidegger distinguía entre vivir, morar y habitar, para caracterizar una casa, una cuadra, un barrio y una ciudad, como lo que otros han denominado la topofilia; es decir, el amor por el territorio. De tal forma que este libro viene hacer parte de la corriente de la historia social y cultural de una localidad y una región.
Merece resaltar los enfoques y las herramientas metodológicas que Gonzalo ha utilizado aquí, para dar a luz esta obra: acude a la pesquisa de la tradición oral, tan abundante y rica en esta comarca de la patria; al conocimiento vivencial de una época especial de él como protagonista en tres décadas tan importantes, como lo fueron los cincuenta, los sesenta y los setenta. Utiliza las entrevistas personalizadas con unos ciento veinte testigos vivientes de la historia local, en forma espontánea o dirigida. Prácticamente es un ejercicio propio de lo que se conoce como etnometodología histórica; para lo cual realiza una sistematización de sus experiencias y las de sus congéneres. Por supuesto que en su libro se reconoce el background de sus lecturas y estudios profesionales de educación, lingüística, literatura, filosofía y por ende la disciplina de la historia. En gran parte se puede decir que es una autobiografía ampliada al conocimiento directo de las personas que vivieron los sucesos de La Tebaida cuando apenas era una villa, una parroquia, un caserío y un poblado hasta llegar a ser propiamente un municipio, primero caldense y posteriormente quindiano. Se aleja así, de la investigación archivística y documental, para irse a la propia vida y a los testimonios de muchísimos habitantes.
El sector educativo está muy bien detallado en este recorrido histórico; reconociendo así el gran papel de los maestros, maestras, estudiantes, administrativos e instituciones educativas que han aportado decididamente a la construcción de la sociedad y la cultura en estos territorios. Una persona como Gonzalo, a la sazón estudiante de todos los niveles, profesor y directivo, conoce al dedillo este trasegar, que aquí supo verter con impecable documentación y vivencia.
El historiador Gonzalo realiza una descripción muy precisa y detallada de la composición urbana del municipio; pero trascendiendo la geografía y acudiendo a la sociología, ya que se ocupa de los habitantes cuadra por cuadra. Es decir, existe aquí una verdadera genealogía de la sociedad tebaidense y su hábitat, sumándole un mapa de su autoría, que seguramente va a alimentar otras investigaciones. Es bueno advertir, que el libro de Ríos y Botero, así como mi último texto, están en esa tónica; pero se distancian en muchos otros aspectos.
Su historia minuciosa y desprejuiciada de la llamada popularmente “Zona de Tolerancia”, nos recuerda al pionero de este tema, por allá en 1777, cuando se publicó en España «El Arte de las Putas” de Nicolás Fernández de Moratín y, el cual fue inmediatamente incluido en el “Índex Librorum Prohibitorum” de la Iglesia Católica de la época tardía de la Inquisición; cuestión que afortunadamente no le va a ocurrir a nuestro historiador risueño y juguetón, en estos tiempos ya tan liberales. El registro y el análisis de lo que ha sucedido en el barrio rojo, zona roja o tierra caliente, ya hace parte de varias líneas de investigación, y las cuales han producido interesantes escritos en Bogotá, Cali, Medellín y Armenia; pero que además pueden relacionarse al famoso “Programa de estudios de la ciudad” de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), con un trabajo muy importante de Fernando Carrión. También es de advertir, que este tema cobra hoy mucha importancia en el urbanismo y la planificación moderna, cuando se diseñan los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), para poder delimitar ciertas zonas de ocio y recreación especial, propias de las urbes y sus ciudadanos. Pero, además, valga decir, quienes han estudiado el tango, como es el caso de Gonzalo Cardona, saben que las zonas de tolerancia o el arrabal, están ligadas a la historia urbana, social y cultural no sólo de Argentina, sino de nuestros pueblos.
Hemos de recordar aquí las “Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano” de Don Rufino J. Cuervo y “El idioma de los argentinos” de Jorge Luis Borges y otros estudios de dialectología y paremiología, con el fin de emparentarlos a los últimos capítulos del texto de Gonzalo, donde él incluye los modismos, proverbios, expresiones, refranes, dichos, costumbres y apodos o remoquetes de la población y su usanza durante el período histórico tratado, pero que en parte aún se conocen y se utilizan. Esta es una parte muy importante de la historia social y cultural, por la vía del registro del habla, términos y giros que le dan personalidad a una sociedad.
Bien venido este maravilloso trabajo de uno de nuestros miembros más insignes del Centro Local de Historia de La Tebaida. Deseamos que los lectores de todas las edades y regiones así lo asuman, ya que ingresa al acervo de la cultura y la historiografía de nuestra sociedad. Seguramente, a más del disfrute que suministra su lectura, será pieza clave para posteriores investigadores en varias áreas del conocimiento social. Felicitaciones y reconocimientos para el gran intelectual y amigo y bien venido a la historia con plenitud.
